Se alegraron los Ángeles. Ha nacido su Reina y Señora, la que, después de la divinidad, constituirá el espectáculo más bello del Cielo |
Gozo de Dios.- Mira al Padre Eterno gozándose con el nacimiento de
su Hija predilecta, al Hijo al ver ya en la tierra a la que dará el nombre
dulcísimo de Madre. ¡Cómo la miraría y la contemplaría y se gozaría en Ella! Al
Espíritu Santo que tanto empeño tuvo en que esta niña chiquitina tuviera ya más
gracia y hermosa y pureza y santidad que todos los demás santos juntos. ¡Con
qué cariño y amor inmenso fue colocando una por una todas las virtudes en el
corazón de su Esposa querida! Recórrelas y verás como todas allí las encuentras.
Gozo de los Ángeles.- Después de Dios y juntamente con Él, se
alegraron los Ángeles. Ha nacido su Reina y Señora, la que, después de la
divinidad, constituirá el espectáculo más bello del Cielo. Comparan a esa niña
con todas las bellezas del Cielo y reconocen que después de Dios ninguna puede
compararse con Ella. Trae ahora a la memoria aquella rebelión de Lucifer en el
Cielo. Parece ser, según algunos, que fue porque Dios las hizo ver que un día
tendrían que adorar a su Hijo hecho hombre, y reconocer como Reina suya a la
Madre de ese Hijo; y que la soberbia de Lucifer creyó verse humillada ante esa
Mujer a quien consideraba inferior, y no quiso admitir esa prueba, y lanzó el
grito de rebelión que arrastró a tantos Ángeles al infierno.
Mira, pues, al demonio lleno
de rabia y desesperación, ya que, al ver a María, no tiene más remedio que
confesar que es incomparablemente más hermosa que era él, y por lo tanto, la
falta de razón que tuvo al rebelarse de aquel modo.
Por otra parte, mira a los
Ángeles buenos gozándose ahora más que nunca de haber sido fieles a Dios, pues
en premio no reciben ninguna humillación, sino que es para ellos una gloria
tener a María por Reina. Míralos gozosos e impacientes, no pudiendo contener su
entusiasmo y bajando en legiones inmensas a la cuna de María, queriendo ser
todos los primeros en venerarla y ofrecerle sus homenajes.
En cambio, oye los rugidos que
lanza la serpiente infernal al sentir sobre su cabeza el peso de un pie que la
aplasta y eternamente tendrá ya desde hoy que sentir este quebrantamiento de su
cabeza sin poderlo evitar, por el delicado pie de una niña. ¡Qué vergüenza!
¡Qué humillación!
Gozo de los Santos en el Seno de Abraham.- ¡Pobres almas las que
estaban encerradas en aquel destierro del Seno de Abraham! A pesar de ser
justas y santas, no podían gozar de la gloria del Cielo. Míralas: son las almas
de los grandes Patriarcas, Profetas y figuras todas excelsas del Antiguo
Testamento. Siglos y siglos pasaron y el día de la libertad no llegaba nunca. ¡Qué
largas se hacen las horas, qué eternos los días cuando se espera con anhelo una
cosa que no acaba de llegar! ¡Cuál sería, pues, el ansia de aquellas almas!
Pues bien, contémplalas en el
día de hoy cuando el Señor les comunica que ya llegó a la tierra la Mujer
predestinada; que ya llego a nacer la Madre del Mesías prometido y profetizado;
que, en fin, ya vivía la capitana que con su Hijo habría de darles la libertad.
¿Quién podrá explicar aquel gozo y los cantos de agradecimiento que entonarían
al Señor al mismo tiempo que de alabanza y bienvenida a la Santísima Virgen?
Ahora sí que iban a contar las horas; poco tiempo de prisión y en seguida
libertad eterna, pero esa libertad traída por una Niña encantadora que acaba de
nacer. Enardécete de entusiasmo al ver este gozo tan grande en Dios, en los
Ángeles y en los justos, y una vez más únete a ellos para con ellos cantar
alabanzas ante la cuna hermosísima de María.
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