En fin, qué consuelo cuando Ella misma le pudo escuchar algún sermón portentoso y cuando cansado de su trabajo, se retirara de cuando en cuando a su casita de Nazaret a descansar |
CONSUELOS Y SINSABORES.- Toda esta parte de la vida de María está
llena de consuelos y de muy dolorosos sinsabores. Al fin, esa es la vida del
hombre, un conjunto de penas y alegrías, de lágrimas y sonrisas, más de
aquellas que de estas; así fue en María. Qué consuelos los suyos cuando oyera
los prodigios que obraba Jesús, cuando viera Ella misma a las muchedumbres
seguirle, escucharle, aclamarle; al conocer a los apóstoles y discípulos que le
acompañaban, al tener noticias de sus triunfos sobre las almas pecadoras
convirtiéndolas, de los escribas y fariseos confundiéndolos, et cétera
En fin, qué consuelo cuando
Ella misma le pudo escuchar algún sermón portentoso y cuando cansado de su
trabajo, se retirara de cuando en cuando a su casita de Nazaret a descansar. Ella
relimpiaría el sudor de su rostro, le serviría la comida por sus mismas manos
preparada, tendría a solas sus ratitos de conversación santa, espiritual,
amorosa. ¡Qué feliz se sentiría María con aquel Hijo!
Mas ¡ay!, ¿cuáles serían sus
sinsabores y sobresaltos cuando supiera la envidia, la rabia de sus enemigos,
la perfidia en sus preguntas, cómo le vigilaban y acechaban sin cesar, cuando
le arrojaron de la sinagoga, cuando le quisieron despeñar de lo alto de un
precipicio, cuando cogieron piedras para apedrearle? ¿Cómo sufriría al conocer
la dureza de aquellos corazones, la malicia que encerraba la misma torpeza de
los Apóstoles y discípulos que no acababan de conocerlo?
LA VOLUNTAD DE DIOS.- Finalmente, fue una vida de cumplimiento
exacto de esta voluntad. Sin esto, no hay santidad. Recuerda las dos veces que
Jesús habla de su Madre en la vida pública. Una, cuando le dicen que su Madre
le llama y responde: “¿Quién es mi madre? Quien hace la voluntad de mi Padre,
es mi madre, mis hermanos y mis parientes” Otra, cuando aquella mujer dice:
“Bienaventurado el seno que te llevó” y Él responde: “Más lo es quien oye la
palabra de Dios y la sigue”
Aprende esta lección. Esto es
lo único grande para Dios; su misma Madre no lo sería, si no fuera por esto. No
bastaba que Ella le hubiera llevado en su seno, ni le hubiera dado el ser que
tenía; era necesario que se distinguiera “en el cumplimiento exacto de la
voluntad de Dios”, por eso es Grande, Dichosa, Bienaventurada.