PRIMER MISTERIO, DE LA ORACIÓN DEL HUERTO
¡Oh Virgen Santísima y Bienaventurada, Madre de
misericordia! Yo te ofrezco humildemente este misterio, en reverencia de aquel
doloroso trance, cuando tu Glorioso Hijo, orando en el huerto al Padre Eterno
con grande agonía, vino a sudar gotas de sangre en tanta abundancia que corrían
en tierra; y después fue por un discípulo entregado a los ministros de
tinieblas, preso y atadas las manos, traído con una soga a la garganta con gran
crueldad a casa del Pontífice Anás.
Petición.- Suplícote me alcances de este tu Precioso Hijo
que sepa hacer verdadera oración, y que en mis tribulaciones y trabajos me
conforme con la voluntad del Señor, y los sufra con paciencia.
SEGUNDO MISTERIO, DE LOS AZOTES QUE EL HIJO DE DIOS PADECIÓ
ATADO A LA COLUMNA
¡Oh Virgen Santísima y Bienaventurada, Arca de Dios! Yo te
ofrezco humildemente este misterio, en reverencia del dolor que tu Hijo sintió
cuando el que viste los cielos de hermosura, y el que es más hermoso de todos
los hijos de los hombres fue delante de todos desnudo y avergonzado, atado a
una columna, y azotado cruelísimamente por aquellos miembros de Satanás.
Petición.- Por el sentimiento que tuvo cuando su discípulo
San Pedro lo negó, no una, sino tres veces, te suplico me alcances de este tu
precioso Hijo me desnude de todas las afecciones de la tierra; y sufra los
azotes y castigos que en esta vida su Divina Majestad me quiera imponer.
TERCER MISTERIO, DE LA CORONACIÓN DE ESPINAS
¡Oh Virgen Santísima y Bienaventurada, Dulzura inefable! Yo
te ofrezco humildemente este misterio, en reverencia de dolor que tu Hijo
Nuestro Señor Jesucristo padeció cuando en su delicada cabeza hincaron los
crueles sayones una corana de espinas, con que traspasaron su delicado cerebro,
y por muchas partes corría de hilo en hilo abundante sangre.
Petición.- Suplícote me alcances que aparte de mí todo deseo
de presunción y soberbia, y desee padecer afrentas e injurias por mi Señor
Jesucristo; porque siendo aquí coronado de espinas de tribulaciones, merezca
después ser coronado de gloria en la bienaventuranza perdurable para siempre.
CUARTO MISTERIO, DE CUANDO LLEVÓ LA
CRUZ A CUESTAS
¡Oh Virgen Santísima y Bienaventurada, Rocío del Cielo! Yo
te ofrezco humildemente este misterio, en reverencia del dolor que tu santísima
alma sintió cuando viste llevar a tu Hijo amado por las calles públicas de
Jerusalén, con pregones, condenado a muerte como malhechor y alborotador de
pueblos, llevando a cuestas la muy pesada Cruz sobre sus hombros delicados, y
le viste arrodillado en el suelo con la
Cruz, con cuya dolorosa vista quedaste lastimada.
Petición.- Suplícote me alcances entero sentimiento y
ternura de corazón, en estos dolores que tu Hijo padeció, y que con entera
prontitud lleve la cruz de la obediencia sobre mis hombros.
QUINTO MISTERIO, DE CUANDO LE CRUCIFICARON
¡Oh Virgen Santísima y Bienaventurada, Espejo sin mancilla!
Yo te ofrezco humildemente este misterio, en reverencia del dolor que tu alma
sintió cuando, siguiendo los pregones y el tropel de la gente, llegaste al
lugar donde tu precioso Hijo había de ser crucificado, y viste al cordero sin
mancilla enclavar a la Cruz
con golpes cruelísimos, que tu alma traspasaban, blasfemándole y escarneciéndole
los circunstantes, y dándole a beber en su sed hiel y vinagre.
Petición.- Por la grandeza del dolor que allí, Señora,
padeciste, te suplico me alcances sentimiento verdadero de la Pasión de mi Señor
Jesucristo, para sentir y reformar el desorden de mi vida.
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