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Mater admirábilis, ora pro nobis!
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Amabilísima y admirabilísima Virgen María, Madre de mi
Salvador Jesucristo y madre mía. Postrado a vuestros pies, uniéndome
humildemente a todos los actos de devoción y amor de todos los corazones que os
aman en el Cielo y en la Tierra, os
saludo Madre queridísima, os venero y os elijo hoy Soberana mía y Reina de mi
corazón; la guía de mi vida, la protectora, mi abogada y refugio mío en todas
mis necesidades espirituales y corporales.
Yo os ofrezco y consagro mi alma, mi corazón, mi cuerpo y
todo lo que me pertenece. Deseo también que todos mis pensamientos,
palabras, acciones, todos los alientos de mi respiración y latidos de mi
corazón, sean en el presente y en el futuro, otros tantos actos de alabanza a la Santísima Trinidad
por todos los privilegios y Gracias incomparables que os ha concedido.
¡Oh Virgen amabilísima!, entrego confiadamente a vuestras
manos maternales todos mis deseos, propósitos y anhelos, y no quiero jamás
aspirar a algo más allá, de lo que sea conforme a la Voluntad de vuestro
Divino Hijo y la vuestra. Aceptadme, os lo ruego divinísima Madre, entre
vuestros hijos predilectos, y en el número de los servidores escogidos,
privilegiados, de poder colaborar con la preparación del Triunfo de vuestro
Corazón Inmaculado. Consideradme y tratadme enteramente como posesión
vuestra. Disponed de mi y conducidme siempre y en todo lugar –no según mis
propias inclinaciones y deseos- sino según vuestro propio beneplácito.
Yo por mi parte, tomo hoy la firme resolución de observar
fielmente los mandamientos de vuestro Divino Hijo Jesús; de seguir vuestras
maternales exhortaciones ¡Oh Reina del Santo Rosario!, de amaros
tiernamente y de consolaros. Quiero también –en cuanto me sea posible- con
mis Oraciones y Sacrificios llevar a muchas otras almas a hacer lo mismo. Sobre
todo, quiero venerar con especial devoción vuestro Purísimo Corazón ardiente de
Caridad, y con vuestra poderosa asistencia ¡Oh mediadora de todas las Gracias!,
tratar de imitar tanto como pueda, las sublimes virtudes que os adornaban aquí
en la Tierra.
¡Oh Reina de mi corazón!, que por el misterioso obrar
del Espíritu Santo en vuestra alma Santísima habéis sido transformada en un
verdadero espejo de la
Justicia de Jesús vuestro Divino Hijo, imprimid en mi
corazón, os lo ruego, una imagen perfecta de las virtudes del vuestro, a fin de
que el mío sea un retrato vivo del vuestro Inmaculado.
¡Oh Virgen Gloriosa!, vuestro Purísimo Corazón ha
estado durante su existencia terrenal, entrañablemente unido al Divino Corazón
de vuestro Hijo, compartiendo plenamente sus nobilísimos sentimientos y
espíritu de Sacrificio. Y ahora, elevada a la bienaventuranza del Cielo está
perennemente unido a El de modo inigualable en la más sublime felicidad. Por
ello os ruego ¡Oh Madre de Dios!, unid mi pobre corazón de tal manera al de mi
Jesús, que no abrigue otros sentimientos y deseos que los vuestros, y que no
obre nunca, sino lo que sea más agradable a Su Sacratísimo Corazón y a vuestro
dulcísimo Corazón Inmaculado, oh Madre benignísima. Amén.
ACTO DE REPARACIÓN AL INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA
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"Oh Madre mía, a vuestro Corazón confío las angustias
de mi corazón, y a él vengo a buscar ánimo y fortaleza"
Santa Bernardita
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¡Oh Inmaculado Corazón de María, traspasado de dolor por las
injurias con que los pecadores ultrajan vuestro Santísimo nombre y vuestras
excelsas prerrogativas! Aquí tenéis, postrado a vuestros pies, un indigno hijo
vuestro que, agobiado por el peso de sus propias culpas, viene arrepentido y
lloroso, y con ánimo de resarcir las injurias que, a modo de penetrantes
flechas, dirigen contra Vos hombres insolentes y malvados.
Deseo reparar, con este acto de amor y rendimiento que hago delante de vuestro
amantísimo Corazón, todas las blasfemias que se lanzan contra vuestro augusto
nombre, todos los agravios que se infieren a vuestras excelsas prerrogativas y
todas las ingratitudes con que los hombres corresponden a vuestro maternal amor
e inagotable misericordia.
Aceptad, ¡oh Corazón Inmaculado!, esta pequeña demostración de mi filial cariño
y justo reconocimiento, junto con el firme propósito que hago de seros fiel en
adelante, de salir por vuestra honra cuando la vea ultrajada y de propagar
vuestro culto y vuestras glorias. Concededme, ¡oh Corazón amabilísimo!, que
viva y crezca incesantemente en vuestro santo amor, hasta verlo consumado en la
gloria. Amén.
Rezar tres Avemarías en honra del poder, sabiduría y misericordia del
Inmaculado Corazón de María, menospreciado por los hombres. Terminar con las
siguientes jaculatorias:
¡Oh Corazón Inmaculado de María, compadeceos de nosotros!
Refugio de pecadores, rogad por nosotros.
¡Oh dulce Corazón de María, sed la salvación mía!
Padrenuestro, Ave María y Gloria por las intenciones del Romano Pontífice.