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Y esa lágrima parece decir; ¡oh Madre mía! Decid qué deseáis; todo lo mío es también vuestro ¿Esta concedido; Jesús ha sido ganado! ¡Ha sido tocado en su punto flaco! Ahora pide; lo obtendrás todo, absolutamente todo lo que sea conforme a la gloria de Dios y no perjudique a tu salvación. ¿No es consoladora y confortante esa certeza de ser oído y esa seguridad de poder decir; yo puedo alcanzarlo todo de mi Divino Salvador y Él no me puede negar nada? Pruébalo, y experimentarás que no es ficción piadosa sino dulce realidad. En las penas, en las tentaciones, ve a Jesús con esta simple expresión: "Jesús, aquí tenéis a vuestra Madre!
miércoles, 31 de enero de 2018
sábado, 27 de enero de 2018
MEDITACIONES DEL SANTO ROSARIO - MISTERIOS GLORIOSOS (Audios)
1º La Resurrección del Señor, AQUÍ
Meditación para las diez Avemarías, AQUÍ
2º La Ascensión del Señor a los Cielos, AQUÍ
Meditación para las diez Avemarías, AQUÍ
3º La Venida del Espíritu Santo, AQUÍ
Meditación para las diez Avemarías, AQUÍ
4º La Asunción de la Virgen a los Cielos, AQUÍ
Meditación para las diez Avemarías, AQUÍ
5º La Coronación de María Santísima,
como Reina de cielos y tierra, AQUÍ
Meditación para las diez Avemarías, AQUÍ
Letanías Lauretanas, AQUÍ
viernes, 26 de enero de 2018
MEDITACIONES DEL SANTO ROSARIO - MISTERIOS DOLOROSOS (Audios)
jueves, 25 de enero de 2018
MEDITACIONES DEL SANTO ROSARIO - MISTERIOS GOZOSOS (Audios)
1º La Encarnación del Hijo de Dios, AQUÍ
Meditación para las diez Avemarías, AQUÍ
2º La Visitación de la Santísima Virgen a su prima, AQUÍ
Meditación para las diez Avemarías, AQUÍ
3º El Nacimiento del Hijo de Dios en Belén, AQUÍ
Meditación para las diez Avemarías, AQUÍ
4º La presentación de Jesús en el Templo, AQUÍ
Meditación para las diez Avemarías, AQUÍ
5º La pérdida de Jesús y hallado en el Templo, AQUÍ
Meditación para las diez Avemarías, AQUÍ
sábado, 20 de enero de 2018
ORACIÓN DE CONFIANZA EN MARÍA
Merezco, lo sé, que me deseches, pero te ruego que contemples lo que ha hecho y padecido tu Hijo por mí |
¡Reina mía Soberana, digna de
mi Dios, María! Al verme tan vil y cargados de pecados, no debiera atreverme a
acudir a Ti y llamarte madre.
Merezco, lo sé, que me
deseches, pero te ruego que contemples lo que ha hecho y padecido tu Hijo por
mí; y después me deseches si puedes.
Soy un pecador que, más que
otros, ha despreciado la Divina Majestad; pero el mal está hecho.
A Ti acudo que me puedes
auxiliar; ayúdame, Madre mía, y no digas que no puedes ampararme, pues bien sé
que eres poderosa y obtienes de tu Dios lo que deseas. Si me dices que no
puedes protegerme, dime al menos a quién debo acudir para ser socorrido en mi
desgracia y dónde poder refugiarme o en quién pueda más seguro confiar.
Tú, Jesús mío, eres mi padre;
y Tú mi madre, María. Amas a los más miserables y los andáis buscando para
salvarlos. Yo soy reo del infierno, el más mísero de todos. Pero no tienes
necesidad de buscarme; ni siquiera lo pretendo. A vosotros me presento con la
esperanza de no verme abandonado.
¡Vedme a vuestros pies, Jesús
mío, perdóname! ¡María, Madre mía, socórreme!
"Las Glorias de María"
San Alfonso María de Ligorio
martes, 16 de enero de 2018
LOS FAVORES DE NUESTRA MADRE MARÍA
Ernesto,
librado de la muerte por María
Refiere el Belovacense que en
la ciudad de Radulfo, en Inglaterra, año 1430, vivía un joven noble llamado
Ernesto, quien habiendo distribuido sus bienes entre los pobres entró en un
monasterio, donde llevaba una vida tan edificante que los superiores lo
apreciaban sobremanera, especialmente por su devoción a la Santísima Virgen. En
la población se declaró la peste, y la gente acudió al monasterio pidiendo
oraciones. El abad mandó a Ernesto que fuera a rogar a la Virgen ante su Altar
y no se levantase de allí hasta que hubiera obtenido una respuesta de la
Señora. Allí estuvo el joven tres días hasta que obtuvo la respuesta de María
que mandaba hicieran rogativas, celebradas las cuales cesó la peste.
Pero más tarde este joven se
enfrió en la devoción a María. El demonio lo atacó con muchas tentaciones
impuras y para que se fugara del monasterio. Por no haberse encomendado a
María, decidió fugarse saltando los muros del monasterio. Cuando iba a realizar
su intento, al pasar junto a una imagen de María que estaba en el claustro, la
Madre de Dios le habló, diciéndole: “Hijo mío, ¿por qué me dejas?” Ernesto,
confuso y compungido, cayó en tierra y respondió: “Señora, pero, ¿no ves que no
puedo resistir más? ¿Por qué no me ayudas?”. La Virgen le respondió: ¿Y tú por
qué no me has invocado? Si te hubieras encomendado a mí, no te verías en este
estado. De hoy en adelante encomiéndate a mí y no dudes”.
Ernesto volvió a su celda.
Pero insistiendo las tentaciones y descuidando el acudir a María, al fin se
fugó del monasterio, entregándose a una vida pésima. De pecado en pecado se
convirtió en asesino. Tomó en arriendo una posada donde, por la noche, mataba a
los pobres viandantes y los despojaba. Una noche mató a un primo del
gobernador, el cual, sospechando del ventero, lo procesó y lo condenó a morir
en la horca. Antes de que fuera detenido llegó a la hostería un joven
caballero. El malvado ventero, según su costumbre, entró a media noche en su
habitación para asesinarlo; pero he aquí que en la cama no vio al caballero,
sino un crucificado lleno de llagas que, mirándolo piadosamente, le dijo: “¿No
te basta, ingrato, con que yo haya muerto una vez por ti? ¿Quieres volver a
matarme? ¡Puedes hacerlo!”. El infeliz Ernesto, se postró llorando y dijo:
“Señor, aquí me tienes; ya que has tenido conmigo tan gran misericordia, quiero
convertirme”. En el mismo instante abandonó la posada y emprendió el camino del
claustro para hacer penitencia. Pero por el camino lo prendió la justicia; lo
llevaron ante el juez, donde confesó todos sus crímenes. Inmediatamente fue
condenado a la horca, sin darle tiempo ni a confesarse. Él se encomendó a
María, y la Virgen hizo que cuando lo colgaron no muriese. Ella misma lo bajó
de la horca y le dijo: “Torna al monasterio, haz penitencia; y cuando veas en
mi mano un documento de perdón de tus pecados, prepárate a la muerte”. Ernesto
volvió al convento y, habiendo contado todo al abad, hizo penitencia. Pasados
los años, vio en manos de María la cédula del perdón. Se preparó a la muerte y
santamente entregó su alma.
"Las Glorias de María"
San Alfonso María de Ligorio
sábado, 13 de enero de 2018
NUESTRA MADRE MARÍA Y LOS SANTOS
Me acojo, ¡oh María!, bajo tu amparo; sé la guía y el modelo de mi vida interior |
¡Oh, qué feliz esperanza!;
¡oh, qué refugio! Tú Madre de Dios, eres mi Madre. ¿Cómo no esperaré cuando mi
salvación y mi santidad están en las manos de Jesús, mi hermano, y en las de
María, mi Madre?
San Anselmo
¡Oh María! ¡María, portadora
del fuego! ¡María, portadora de la Misericordia! ¡María, reconquistadora del
género humano, porque con tu carne en que se encarnó el Verbo fue rescatado el
mundo! Cristo lo reconquistó con su Pasión, y Tú, con tu dolor de cuerpo y de alma.
Santa Catalina de Sena
¡Oh María! Tú eres aquel
jardín cercado, en el que se encerró el Dador de todo ser; en Ti se en cerró el
mismo Dios, todo el cielo y todas las criaturas. Con la sangre tomada de Ti fue
salvado todo el mundo. Y si no existieses Tú, ¡oh María!, no existiría para mí
el paraíso; si no existieses Tú, para mí no existiría Dios.
Santa María Magdalena de Pazzis
viernes, 12 de enero de 2018
ORACIONES DE LOS SANTOS A NUESTRA MADRE MARÍA
¡Madre y Esperanza mía, no me abandones! |
¡Oh Santísima Virgen!
Socorrednos con vuestras súplicas a Dios, porque vuestras súplicas son para
nosotros más preciosas y más eficaces que todos los tesoros del mundo; por
ellas el Señor nos es propicio; por ellas alcanzamos la abundancia de gracias
que nos hacen dignos de obtener el perdón de nuestros pecados, y de practicar
todo género de virtudes; ellas contienen el furor de nuestros enemigos,
desbaratan sus designios, y nos hacen triunfar. Por eso reclamamos vuestra
asistencia con la mayor confianza. ¡Ah Señora dignaos concedérnosla! Así sea.
San Andrés de Candía
sábado, 6 de enero de 2018
PRIMEROS ADORADORES (Los Magos)
Una revelación especial les
lleva a Belén, una estrella aparece en el Cielo y una inspiración suena en su
corazón y dóciles a este llamamiento, se ponen en camino. Mira qué docilidad y
qué prontitud en su obediencia. En seguida lo dejan todo, patria, casa,
familia, comodidades, por emprender un camino largo y sumamente penoso.
Humanamente esto es una locura. Convéncete de una vez que para el mundo y para
la prudencia de la carne, parecen locuras las cosas de Dios y, no obstante, tú
debes amar y buscar esas divinas locuras. Recuerda el momento de ocultarse la
estrella. ¡Qué dudas! ¡Qué vacilaciones! ¿Se habrían equivocado? ¿No sería
mejor volverse para atrás? Piensa qué hubiera sido de los Magos, si así lo
hubieran hecho. ¡Qué lástima! Estar a las puertas de conseguir su destino y al fin
de su viaje, volverse perdiéndolo todo. ¡Qué imagen más perfecta de tu
inconstancia! No olvides que solo el que persevera, triunfa y que la constancia
es distintivo del amor.
Mírales ya en Belén. El
triunfo es completo, la estrella vuelve y les guía hasta la misma cueva donde
está el Niño, Otra dificultad. Ellos, Reyes que buscan un Rey, ¿van ahora a
entrar en una cueva de animales? He aquí el mérito de la fe: no se guía por
apariencias y cree lo que no ve. A través de aquella pobreza, los Magos descubren
la Divinidad y la adoran.
Contémplales en el momento de
ofrecerle sus dones y medita en su significado. Aquí todo habla de sacrificio
todo nos anima a Él. Sacrificio por amor, que representa el oro. Sacrificio por
la oración, que simboliza el incienso. Sacrificio por la mortificación y
penitencia exterior, que significa la mirra. Solo por el sacrificio se
encuentra a Jesús. Solo el sacrificio es el don que agrada a Jesús.
Dice el Evangelio: “Y
encontraron al Niño con su Madre, María”. No despreciemos este detalle. Otra
vez tenemos que el Evangelio nos lo recuerda: “El Niño está con su Madre”.
María aquí aparece instruyendo a los gentiles por primera vez. Por Ella entran
los Magos y con Ella el mundo pagano, en el Cristianismo. A Ella debemos
nuestra fe. Aprendamos a adorar y a amar a Jesús, siempre en los brazos de su
Madre y por medio de Ella, ofrezcámosle hoy al Niño querido, nuestros dones y
nuestro corazón.
Pensemos que también para
nosotros hay una estrella, una vocación que hemos de seguir a pesar de todas
las dificultades, aunque llegue a ocultarse y no veamos el término a donde
vamos a parar. Seamos fieles en seguir esa vocación y constantes a toda prueba.
No desechemos ninguna inspiración del cielo, que tantos bienes nos puede traer.
En fin, veamos que para
nosotros hay también otra estrella que siempre luce y brilla, que nunca se
oculta y que si queremos, siempre la podemos seguir. Esta estrella es María,
nuestra Madre querida. Ella nos guiará y nos alentará en los momentos
difíciles. No tienes más que levantar los ojos y mirarla y siempre la verás
alumbrando los pasos de tu vida y guiando los movimientos de tu corazón: “Mira
la estrella siempre, invoca a María”, dice San Bernardo.
viernes, 5 de enero de 2018
PRIMEROS ADORADORES (Los Pastores)
¡Qué premio el de la sencillez y el de la obediencia! ¡Poseer a Jesús! |
Son los elegidos por Dios como los
representantes de la humanidad, para hacerles la primera manifestación de
Jesús. La razón de ser ellos los elegidos, fue su sencillez. Jesús Niño se
comunica a los corazones sencillos como de niños. La sencillez encuentra a Dios
por los caminos más simples y más directos. La sencillez es fe que todo lo
cree, como los pastores, es obediencia ciega, como la de aquellos.
Los pastores, ni siquiera se
enorgullecieron por ello, oyen la voz del ángel y aceptan con sencillez la
invitación; es todo lo contrario del amor propio, que todo lo quiere pesar y
calcular a su modo. Pon la dosis de amor propio de tu corazón en los pastores y
no hubieran ido a Belén, a lo mejor hacían el ridículo, a lo mejor era mentira,
etc. Así habla el amor propio. ¡Qué distinto de la fe, de la obediencia y de la
humildad propias de la sencillez! ¿Cómo está esta virtud en tu corazón?
¡Qué alegría recibiría la
Santísima Virgen cuando les vio y escuchó lo que le contaron! En premio de su
fe y sencillez, María tome a Jesús, se lo enseña y se lo da, para que se
recreen con el Niño. ¡Qué premio el de la sencillez y el de la obediencia!
¡Poseer a Jesús! Pero advierte que quien da a Jesús es María.
Es la primera manifestación de
Jesús y quiere que sea por medio de su Madre. Es la primera entrega que hace de
sí mismo a los hombres y se entrega por medio de María. Eva comió el fruto
prohibido, se lo enseñó a Adán, se lo dio y nos perdió. María enseña el fruto
de su seno purísimo a los pastores y en ellos a todos los hombres, se lo da y
nos salva.
Jesús es el Salvador, pero por
medio de María, ni se recibe sino de María ni hay otro camino para llegar a Él
sino María. Nunca se halla a Jesús sin María, como dice San Buenaventura. Y por
tanto, no es posible aislar a Jesús de María. Hallaremos a Jesús en brazos de
María, como los pastores y al postrarnos como ellos a los pies de Jesús,
también nos postraremos, a la vez a los pies de María.
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