NO EXPLOTARON LAS BOMBAS
El 3 de agosto de 1936, el alférez de aviación, villa
caballos, que luego murió en el frente, arrojó saber la basílica del Pilar
varias bombas, las cuales no explotaron, según él mismo cuenta:
“La cosa fue de este modo, El coronel Sandino recibió en
Barcelona, donde yo prestaba entonces mis servicios, la confidencia de que
dentro del Templo del Pilar se recogían durante la noche algunas centurias de
Falange Española. Sandino es como mi padre espiritual. Tiene en mis condiciones
de piloto una confianza absoluta. Me llamó aparte y me dijo: tienes que salir
esta noche para un servicio especial. Vas a volar sobre Zaragoza a bombardear
el Templo del Pilar… Me dispuse a cumplir lo ordenado. Preparé mi aparato y
mandé equiparlo con seis bombas de cincuenta kilos cada una. Salí el aeródromo
del Prat de Llobregat con tiempo magnífico. Desde nuestro frente de Aragón me
habían enviado datos sobre las condiciones atmosféricas. Todo invitaba a
elevarse, noche tranquila, visibilidad absoluta gracias a la luna llena,
horizonte despejado…
Volé hasta Zaragoza sin la menor novedad. Estaba seguro
de que mi llegada había de ser una gran sorpresa y de que nadie me aguardaba.
Iba a bastante altura, pero una vez que me encontré sobre la ciudad, descendí
tranquilamente y empecé a fijarme en las siluetas de la seo y del Pilar.
Divisaba perfectamente los dos templos. No tuve, pues, inconveniente en
colocarme encima del segundo. Los que me vieron debían creer por algunos signos
del aparato que se trataba de un avión amigo. El caso es que llegué a descender
hasta unos cincuenta metros sobre las bóvedas de la iglesia. Di una pequeña
vuelta a fin de centrar bien mis blancos y, una vez que obtuve la seguridad del
éxito, lancé cuatro bombas seguidas, una cayó al río, dos entraron en el
Templo, lo vi perfectamente, la cuarta cayó delante de la puerta. Me eleve
rápidamente a fin de evitar los efectos de la explosión y, cuando hube ganado
altura, advertí que la explosión no llegaba. Mi asombro no tuvo límites. ¿Qué
acontecía? Rondé el Pilar durante un par de minutos y nada. No estallaron las
bombas. Me quedé perplejo. Estuve tentado de lanzar las dos que e quedaban en
el aparato, pero mi extrañeza fue tan que preferí poner rumbo a Barcelona y
averiguar la causa de lo ocurrido”.
¿No le pareció al coronel Sandino poco verosímil que
pernoctasen las tropas en una iglesia? ¿Ni se acordaba que él mismo había sido
bautizado en ese Santuario? Reconoce el aviador que por algunos signos debieron
creer en Zaragoza que era avión amigo. Efectivamente, llevaba las luces
encendidas y engañosamente pintada la bandera nacional. Después, los informes
técnicos del Parque de Artillería confirmaban que la bombas llevaban espoleta,
no les faltaba nada… nadie se explicaba por qué no explotaron… nadie, excepto
Sta. María, la Reina y los ángeles “poderosos ejecutores de las órdenes
divinas” (Salm. 102).
P. José Luis de Urrutia, S. I. Colección: “Apariciones de
la Virgen”