La Bienaventurada María fue
virgen en el parto, porque el Profeta no solamente dice: He aquí que concebirá una Virgen, sino que añade: y parirá un Hijo (Is 7, 14). Esto fue
conveniente por tres razones:
1º) Porque correspondía a la
condición del que nacía, que es el Verbo de Dios. Porque el Verbo no solamente
es concebido sin corrupción en el corazón, sino que también procede del corazón
sin corrupción. Por lo cual, para demostrar que aquél sería el cuerpo del Verbo
de Dios, fue conveniente que naciese del seno incorrupto de la virgen. A este
respecto se lee: "La que da a luz
una carne pura, cesa de ser virgen”. Más porque nació en carne el Verbo de
Dios protege la virginidad, manifestándose por esto que él es el Verbo. Tampoco
nuestro verbo mental corrompe nuestra mente, cuando es dado a luz; ni Dios,
Verbo substancial, al querer nacer, ha destruido la virginidad.
2º) Fue conveniente esto en
cuanto al efecto de la Encarnación de Cristo, porque vino precisamente para
destruir nuestra corrupción; por lo cual, no fue conveniente que corrompiese la
virginidad de la madre al nacer. No era justo que el que había venido a salvar
lo que estaba corrompido violase con su venida la pureza de su madre.
3º) No fue conveniente que, al
nacer, disminuyese el honor de su propia madre el que había ordenado honrar a
los padres.
Cristo mezcló lo maravilloso
con lo humilde. Así, para demostrar la verdad de su cuerpo nace de mujer; más
para manifestar su divinidad, nace de una virgen. Porque tal parto convenía a
Dios. Así, pues, la Bienaventurada Virgen engendró sin dolor.
El dolor de la que da a luz es
producido por la apertura de los conductos por los cuales sale la prole. Mas
Cristo salió del seno cerrado de la madre, y así no hubo allí violencia alguna.
Por ello no hubo dolor alguno en aquel parto, como no hubo tampoco ninguna corrupción,
sino que allí existió la alegría más grande, porque el hombre Dios nació para
el mundo, según aquello de Isaías: Copiosamente
brotará como el lirio, y con mucha alegría y alabanzas saltará de contento
(Is 35, 2).
Fue virgen después del parto.
Pues se lee en Ezequiel (44, 2): Esta
puerta está cerrada: no se abrirá, y hombre no pasará por ella, parque el Señor
Dios de Israel ha entrado por ella. Comentando alguien esas palabras, dice:
"¿Qué significa esta puerta cerrada
en la casa del Señor, sino que María será siempre intacta? ¿Y qué quiere decir:
hombre no pasará por ella, sino que
José no la conocerá? ¿Y qué: sólo el Señor
entra y sale por ella, sino que el Espíritu Santo la fecundará, y que el
Señor de los Ángeles nacerá por ella? ¿Y qué: estará cerrada eternamente, sino que María es virgen antes del
parto, virgen en el parto y virgen después del parto?" Y efectivamente,
así como Cristo es Hijo único del Padre según la naturaleza divina, igualmente
perfecto en todo, así también le corresponde ser al Hijo único de su Madre,
como su fruto más perfecto.
Santo Tomás de Aquino
MEDULLA S. THOMAE AQUITATIS PER OMNES ANNI LITURGICI
DIES DISTRIBUITA,
SEU MEDITATIONES EX OPERIBUS S. THOMAE DEPROMPTAE