Y esa lágrima parece decir; ¡oh Madre mía! Decid qué deseáis; todo lo mío es también vuestro ¿Esta concedido; Jesús ha sido ganado! ¡Ha sido tocado en su punto flaco! Ahora pide; lo obtendrás todo, absolutamente todo lo que sea conforme a la gloria de Dios y no perjudique a tu salvación. ¿No es consoladora y confortante esa certeza de ser oído y esa seguridad de poder decir; yo puedo alcanzarlo todo de mi Divino Salvador y Él no me puede negar nada? Pruébalo, y experimentarás que no es ficción piadosa sino dulce realidad. En las penas, en las tentaciones, ve a Jesús con esta simple expresión: "Jesús, aquí tenéis a vuestra Madre!

sábado, 25 de enero de 2020

ORACIONES DE LOS SANTOS A NUESTRA MADRE MARÍA


¡Oh Madre de Dios! ¡Madre de misericordia! Socorredme durante el curso de mi vida, y libradme de los ataques de mis enemigos en la hora de mi muerte. Conservad mi pobre alma y disipad el tenebroso aspecto de los demonios en el momento supremo de mi juicio. Preservadme de la eterna condenación. Colocadme en el número de los Santos y hacedme entrar en la gloria de vuestro divino Hijo y participar de la herencia de los hijos de Dios. Amén.

San Epifanio de Salamina



domingo, 19 de enero de 2020

EL AVEMARÍA


El Avemaría resume, en la más concisa síntesis, toda la teología cristiana sobre la Santísima Virgen. En el Avemaría encontramos una alabanza y una invocación. La alabanza contiene cuanto constituye la verdadera grandeza de la Virgen María. La invocación contiene cuanto debemos pedirle y cuanto podemos alcanzar de su bondad.

La Santísima Trinidad reveló la primera parte. Santa Isabel, iluminada por el Espíritu Santo, añadió la segunda, y la Iglesia, en el primer concilio de Éfeso (431), sugirió la conclusión, después de condenar el error de Nestorio y definir que la Santísima Virgen es verdaderamente Madre de Dios. Ese concilio ordenó que se invocase a la Santísima Virgen bajo este glorioso título, con estas palabras: "Santa María Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte".

La salutación angélica contiene la fe y esperanza de los patriarcas, de los profetas y de los apóstoles. Es la constancia y fortaleza de los mártires, la ciencia de los doctores, la perseverancia de los confesores y la vida de los religiosos. Es el cántico nuevo de la ley de la gracia, la alegría de los ángeles y de los hombres y el terror y confusión de los demonios.

El Avemaría es uno de los cánticos más bellos que podemos entonar a la gloria del Altísimo: Te cantaré un cántico nuevo. La salutación angélica es precisamente el cántico nuevo que David predijo que se cantaría en la venida del Mesías. Alabamos a Dios Padre por haber amado tanto al mundo que le dio su Unigénito para salvarlo. Bendecimos a Dios Hijo por haber descendido del cielo a la tierra, por haberse hecho hombre y habernos salvado. Glorificamos al Espíritu Santo por haber formado en el seno de la Virgen María ese cuerpo purísimo que fue víctima de nuestros pecados. Con estos sentimientos de gratitud, debemos rezar la salutación angélica, acompañándola de actos de fe, esperanza, caridad y acción de gracias por el beneficio de nuestra salvación.

Del mismo modo que la Santísima Virgen con su hermoso cántico, el Magníficat, dirige a Dios las alabanzas y bendiciones que le tributó Santa Isabel por su eminente dignidad de Madre del Señor, así dirige inmediatamente a Dios los elogios y bendiciones que le presentamos mediante la salutación angélica.

El Avemaría es un rocío celestial y divino, que al caer en el alma de un predestinado le comunica una fecundidad maravillosa para producir toda clase de virtudes. Cuanto más regada esté un alma por esta oración tanto más se le ilumina el espíritu, más se le abraza el corazón y más se fortalece contra sus enemigos. El Avemaría es una flecha inflamada y penetrante que, unida por un predicador a la palabra divina que anuncia, le da la fuerza de traspasar y convertir los corazones más endurecidos.

“El Secreto Admirable del Santísimo Rosario”
 San Luis María Grignion de Montfort



sábado, 11 de enero de 2020

LA VIRGINIDAD DE NUESTRA MADRE MARÍA


La Bienaventurada María fue virgen en el parto, porque el Profeta no solamente dice: He aquí que concebirá una Virgen, sino que añade: y parirá un Hijo (Is 7, 14). Esto fue conveniente por tres razones:

1º) Porque correspondía a la condición del que nacía, que es el Verbo de Dios. Porque el Verbo no solamente es concebido sin corrupción en el corazón, sino que también procede del corazón sin corrupción. Por lo cual, para demostrar que aquél sería el cuerpo del Verbo de Dios, fue conveniente que naciese del seno incorrupto de la virgen. A este respecto se lee: "La que da a luz una carne pura, cesa de ser virgen”. Más porque nació en carne el Verbo de Dios protege la virginidad, manifestándose por esto que él es el Verbo. Tampoco nuestro verbo mental corrompe nuestra mente, cuando es dado a luz; ni Dios, Verbo substancial, al querer nacer, ha destruido la virginidad.

2º) Fue conveniente esto en cuanto al efecto de la Encarnación de Cristo, porque vino precisamente para destruir nuestra corrupción; por lo cual, no fue conveniente que corrompiese la virginidad de la madre al nacer. No era justo que el que había venido a salvar lo que estaba corrompido violase con su venida la pureza de su madre.

3º) No fue conveniente que, al nacer, disminuyese el honor de su propia madre el que había ordenado honrar a los padres.

Cristo mezcló lo maravilloso con lo humilde. Así, para demostrar la verdad de su cuerpo nace de mujer; más para manifestar su divinidad, nace de una virgen. Porque tal parto convenía a Dios. Así, pues, la Bienaventurada Virgen engendró sin dolor.

El dolor de la que da a luz es producido por la apertura de los conductos por los cuales sale la prole. Mas Cristo salió del seno cerrado de la madre, y así no hubo allí violencia alguna. Por ello no hubo dolor alguno en aquel parto, como no hubo tampoco ninguna corrupción, sino que allí existió la alegría más grande, porque el hombre Dios nació para el mundo, según aquello de Isaías: Copiosamente brotará como el lirio, y con mucha alegría y alabanzas saltará de contento (Is 35, 2).

Fue virgen después del parto. Pues se lee en Ezequiel (44, 2): Esta puerta está cerrada: no se abrirá, y hombre no pasará por ella, parque el Señor Dios de Israel ha entrado por ella. Comentando alguien esas palabras, dice: "¿Qué significa esta puerta cerrada en la casa del Señor, sino que María será siempre intacta? ¿Y qué quiere decir: hombre no pasará por ella, sino que José no la conocerá? ¿Y qué: sólo el Señor entra y sale por ella, sino que el Espíritu Santo la fecundará, y que el Señor de los Ángeles nacerá por ella? ¿Y qué: estará cerrada eternamente, sino que María es virgen antes del parto, virgen en el parto y virgen después del parto?" Y efectivamente, así como Cristo es Hijo único del Padre según la naturaleza divina, igualmente perfecto en todo, así también le corresponde ser al Hijo único de su Madre, como su fruto más perfecto.

Santo Tomás de Aquino


MEDULLA S. THOMAE AQUITATIS PER OMNES ANNI LITURGICI
DIES DISTRIBUITA,
SEU MEDITATIONES EX OPERIBUS S. THOMAE DEPROMPTAE



sábado, 4 de enero de 2020

HOY ES PRIMER SÁBADO DE MES


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EL CORAZÓN DE MARÍA Y LOS PRIMEROS SÁBADOS

La gran promesa del Corazón de María en Pontevedra. La primera promesa la cumplió la Virgen el 10 de diciembre de 1925. Sor Lucía, como postulante Dorotea, estaba en su celda cuando se le apareció Nuestra Señora poniéndole una mano sobre el hombro mientras le mostraba en la otra un corazón rodeado de espinas. Al lado de la Virgen estaba el Niño Jesús subido en una nube de luz, que le dijo: 

«Ten compasión del Corazón de tu Santísima Madre que está cubierto de espinas que los hombres ingratos continuamente le clavan, sin que haya nadie que haga un acto de reparación para arrancárselas»

En seguida dijo la Santísima Virgen: 

«Mira, hija mía, mi Corazón cercado de espinas que los hombres ingratos me clavan continuamente con blasfemias e ingratitudes. Tú, al menos, procura consolarme y di que todos aquellos que, durante cinco meses, en el primer sábado se confiesen, reciban la Sagrada Comunión, recen el Rosario y me hagan quince minutos de compañía, meditando en los quince misterios del Rosario, con el fin de desagraviarme, yo prometo asistirles en la hora de la muerte con todas las gracias necesarias para la salvación de sus almas»

LA INTENCIÓN REPARADORA

Sin esta intención general, sin esta voluntad de amor que desea reparar y consolar a la Virgen, sin esta “compasión”, todas estas prácticas serían incompletas. Se trata de consolar al Corazón Doloroso e Inmaculado de Nuestra Madre. Aunque aquí no se trata en primer lugar de consolar a la Virgen María compadeciéndose de su Corazón traspasado por causa de los sufrimientos de su Hijo, sino que el sentido preciso de esta devoción reparadora considera las ofensas que actualmente recibe el Corazón Inmaculado de María por parte de los que rechazan su mediación materna y menosprecian sus prerrogativas. Son éstas otras tantas espinas que hay que arrancar de su Corazón por estas prácticas de reparación, para consolarla y obtener así el perdón para las almas que le ofenden tan gravemente.