¡Oh Virgen, la más dolorosa del mundo después de tu Hijo!, a cuyos dolores estuviste perpetuamente asociada: te ruego que me alcances fortaleza para sufrir por mis pecados |
¡Oh Virgen Dolorosa!, por el
dolor que tuviste cuando viste a Jesús clavado en la Cruz, concédeme que yo me
aproveche de los frutos de su Pasión, que sea un cristiano verdadero, Crucificado
con Cristo, y que considere como una honra el padecer y sufrir algo por ser
cristiano y practicar las virtudes cristianas… Salve Regína, Mater
misericodiae...
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