sábado, 8 de septiembre de 2018

NATIVIDAD DE NUESTRA MADRE MARÍA

Se alegraron los Ángeles. Ha nacido su Reina y Señora, la que, después de la divinidad, constituirá el espectáculo más bello del Cielo


Gozo de Dios.- Mira al Padre Eterno gozándose con el nacimiento de su Hija predilecta, al Hijo al ver ya en la tierra a la que dará el nombre dulcísimo de Madre. ¡Cómo la miraría y la contemplaría y se gozaría en Ella! Al Espíritu Santo que tanto empeño tuvo en que esta niña chiquitina tuviera ya más gracia y hermosa y pureza y santidad que todos los demás santos juntos. ¡Con qué cariño y amor inmenso fue colocando una por una todas las virtudes en el corazón de su Esposa querida! Recórrelas y verás como todas allí las encuentras.

Gozo de los Ángeles.- Después de Dios y juntamente con Él, se alegraron los Ángeles. Ha nacido su Reina y Señora, la que, después de la divinidad, constituirá el espectáculo más bello del Cielo. Comparan a esa niña con todas las bellezas del Cielo y reconocen que después de Dios ninguna puede compararse con Ella. Trae ahora a la memoria aquella rebelión de Lucifer en el Cielo. Parece ser, según algunos, que fue porque Dios las hizo ver que un día tendrían que adorar a su Hijo hecho hombre, y reconocer como Reina suya a la Madre de ese Hijo; y que la soberbia de Lucifer creyó verse humillada ante esa Mujer a quien consideraba inferior, y no quiso admitir esa prueba, y lanzó el grito de rebelión que arrastró a tantos Ángeles al infierno.

Mira, pues, al demonio lleno de rabia y desesperación, ya que, al ver a María, no tiene más remedio que confesar que es incomparablemente más hermosa que era él, y por lo tanto, la falta de razón que tuvo al rebelarse de aquel modo.

Por otra parte, mira a los Ángeles buenos gozándose ahora más que nunca de haber sido fieles a Dios, pues en premio no reciben ninguna humillación, sino que es para ellos una gloria tener a María por Reina. Míralos gozosos e impacientes, no pudiendo contener su entusiasmo y bajando en legiones inmensas a la cuna de María, queriendo ser todos los primeros en venerarla y ofrecerle sus homenajes.

En cambio, oye los rugidos que lanza la serpiente infernal al sentir sobre su cabeza el peso de un pie que la aplasta y eternamente tendrá ya desde hoy que sentir este quebrantamiento de su cabeza sin poderlo evitar, por el delicado pie de una niña. ¡Qué vergüenza! ¡Qué humillación!

Gozo de los Santos en el Seno de Abraham.- ¡Pobres almas las que estaban encerradas en aquel destierro del Seno de Abraham! A pesar de ser justas y santas, no podían gozar de la gloria del Cielo. Míralas: son las almas de los grandes Patriarcas, Profetas y figuras todas excelsas del Antiguo Testamento. Siglos y siglos pasaron y el día de la libertad no llegaba nunca. ¡Qué largas se hacen las horas, qué eternos los días cuando se espera con anhelo una cosa que no acaba de llegar! ¡Cuál sería, pues, el ansia de aquellas almas!

Pues bien, contémplalas en el día de hoy cuando el Señor les comunica que ya llegó a la tierra la Mujer predestinada; que ya llego a nacer la Madre del Mesías prometido y profetizado; que, en fin, ya vivía la capitana que con su Hijo habría de darles la libertad. ¿Quién podrá explicar aquel gozo y los cantos de agradecimiento que entonarían al Señor al mismo tiempo que de alabanza y bienvenida a la Santísima Virgen? Ahora sí que iban a contar las horas; poco tiempo de prisión y en seguida libertad eterna, pero esa libertad traída por una Niña encantadora que acaba de nacer. Enardécete de entusiasmo al ver este gozo tan grande en Dios, en los Ángeles y en los justos, y una vez más únete a ellos para con ellos cantar alabanzas ante la cuna hermosísima de María.



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