"Os consagraré los Primeros Sábados de mes, comulgando fervorosamente en honor vuestro" |
¡Reparación, reparación! Sí,
os la quiero ofrecer siempre. ¡Os amo tanto! ¡Me duelen tan de veras la
ingratitud y las continuas ofensas con que los hombres corresponden a vuestro
amor!
¡Oh Corazón Dulcísimo de
María!, la espada cruel que os atraviesa nos habla de la pasión y muerte de
Jesús y de los pecados de los hombres que os colman de amargura; pero desde hoy
yo he de consolaros. Bendecid mis resoluciones. Yo amaré siempre a Jesús, para
que no se pierda en mí el fruto de su sangre...; yo os prometo morir antes que
pecar, porque no quiero renovar vuestros dolores...; yo pensaré en Vos, por los
que os olvidan...; os alabaré por los que os blasfeman; yo os amaré con todas
las fuerzas de mi alma...
Por vuestro amor, ¡oh Corazón
Inmaculado!, me apartaré de aquella ocasión..., mortificaré mis sentidos...;
haré que mis ojos, mis oídos, mi lengua, mis manos..., imiten vuestros ejemplos
de modestia, de caridad, de servicialidad...
¡Oh Corazón de mi Madre!, para
reparar las injurias que los hombres os hacen, me impondré entre día algunos
pequeños sacrificios..., os ofreceré diariamente el rezo del Santo Rosario...,
os consagraré los Primeros Sábados de mes, comulgando fervorosamente en honor
vuestro...
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