Gracias, Corazón bondadosísimo. Vos sois manantial de las divinas bendiciones; de Vos he recibido favores sin número. ¡Y cuántas veces, sin darme cuenta de ello! |
Vos, Corazón compasivo, ¿qué
habéis recibido de mí? ¡Oh!, lo sabéis Vos, y yo también lo sé, para confusión
mía.
A vuestro amor y ternura he
respondido con fría ingratitud. Esa espada que os atraviesa de parte a parte,
¡oh Corazón de María!, os la he clavado yo, hijo ingrato...; y no una, sino
muchas veces.
Aquellas miradas..., aquellos
sentimientos..., aquellas intenciones inconfesables..., aquella soberbia
oculta..., aquella sensualidad..., aquel escándalo.. Que os hubiese ofendido
otro menos favorecido de vuestro amor, sería tolerable; pero que os haya
disgustado yo, después de pruebas tan elocuentes y repetidas de vuestro amor...
¡Oh Corazón Santísimo de María!, yo me confundo y arrepiento; yo os pagaré amor
con amor..., yo arrancaré la espada cruel que os atormenta.
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