¡Yo os saludo, oh María,
esperanza de los cristianos! Escuchad la humilde plegaria de un pecador que os
honra y os ama. A Vos os debo la vida: Vos sois mi esperanza, y la prenda de mi
salvación. Os suplico que me libréis del peso de mis iniquidades, disipes las
tinieblas de mi espíritu y extirpéis en mi corazón las afecciones terrestres.
Reprimid las tentaciones de mis enemigos y arreglad de tal modo mi vida, que
por vuestra mediación y bajo vuestra dirección, pueda yo llegar a la eterna
bienaventuranza. Amén.
San Alfonso María de Ligorio
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