EL CORAZÓN DE MARÍA ES EL CORAZÓN DE NUESTRA MADRE
El Corazón Inmaculado de María es el Corazón de aquella que es Madre de Dios, pero también Madre de todos los hombres. En la persona del discípulo amado, al pie de la Cruz, Jesús entregó su Madre a toda la Iglesia y a la misma humanidad:
“Hijo, ahí tienes a tu madre”
En el Corazón santísimo de María todos los hombres tienen cabida, a todos nos ama como a hijos suyos; siendo siempre para todos amor, ayuda, consuelo, fortaleza y compasión. Decía el Santo Cura de Ars:
“El Corazón de María es tan grande para con nosotros que, si reuniéramos el amor de los corazones de todas las madres, ese amor, con ser tan grande, parecería un pedazo de hielo comparado con el inmenso amor que en el Corazón de María arde hacia nosotros sus hijos”.
¿Cuál es el deseo del hijo
hacia su Madre? Corresponder a su amor. Amor con amor se paga, solemos decir.
Por eso la devoción y veneración al Corazón Inmaculado de María ha de ser un
verdadero deseo de corresponder a su amor, de ser un fiel y amante hijo de la
Virgen. El verdadero devoto de la Virgen María quiere ser santo imitándola a
Ella en todo.
San Antonio María Claret se decía a sí mismo:
“Un hijo del Inmaculado Corazón de María es un hombre que arde en caridad y que abraza por donde pasa; que desea eficazmente y procura, por todos los medios, encender a todo el mundo en el fuego del divino amor. Nada le arredra; se goza en las privaciones; aborda los trabajos; abraza los sacrificios; se complace en las calumnias y se alegra en los tormentos”.
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