CONFIESA LUCIFER QUE EL SANTO ESCAPULARIO ES CADENA DE ORO QUE LE APRISIONA
El mismo venerable P. Maestro Fr. Miguel de la Fuente, de quien tan merecidos elogios nos hiciera el inmortal
Menéndez y Pelayo, nos dice que otro devoto de María Santísima se hallaba muy
perseguido del demonio, quien le amedrentaba con visibles y espantosas figuras,
más en tomando el Santo Escapulario en sus manos al punto se desvanecían.
En cierta ocasión tomó forma
de horrible cuervo, y batiendo sus diabólicas alas sobre el rostro del devoto
de María le atormentaba sobre toda ponderación.
Pasada aquella primera
turbación, empuñó para defenderse el bendito Escapulario de la Virgen, huyendo
al instante el enemigo infernal.
Se hallaba después dando
gracias a la Virgen Santísima, y como se recrease contemplando y besando el
bendito Escapulario, considerándole cual prenda de su maternal y finísimo amor,
en quien depositara su poder tan excelsa virtud para resistir al astuto
enemigo, al estrecharle contra su corazón y ponerle sobre su pecho, el maligno
espíritu, volviendo a tomar otra más horrorosa y espantable figura le dijo:
"Ponte, ponte esa cadena de oro, que recibirás por ella muchísimo
dinero", y exclamó luego al punto: "Arrójala, infeliz. ¿Para qué vale
sino para que con ella nos atormentes?"
¡Oh, padre infernal del error
y la mentira!, siempre mientes, mas también alguna vez, aunque forzado, dices
alguna que otra verdad. Cadena de oro llamas con burla e irrisión al Santo
Escapulario, menospreciando su virtud sin igual, porque no se premia su
devoción con dinero, pero añades después que sólo sirve para atormentarte, en
lo cual confiesas seriamente lo que por ironía antes pronunciaste. ¿Por qué te
atormenta el Escapulario sino porque te oprime cual fuerte cadena? ¿Por qué es
de oro fino sino porque en él resplandece la virtud y poder de María Santísima?
¿Qué más dinero ni tesoro que el refrenar tu infernal orgullo? Más lo estimamos
cuantos le vestimos que todos los tesoros de la tierra. Este es el mejor tesoro
de los hijos de la Virgen, puesto que con él vivimos seguros de tus infernales
astucias, dando gracias a nuestra piadosísima Madre porque en él nos dio un
arma invulnerable contra tus dardos venenosos.
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