La Iglesia celebra a la Virgen
bajo esta advocación el 7 de octubre. Su fiesta fue instituida por San Pío V en
agradecimiento a la Virgen por su ayuda en la victoria sobre los turcos en
Lepanto. En 1716 Clemente XI extendió esta fiesta a toda la Iglesia. León XIII
acrecentó su importancia litúrgica con la publicación de nueve encíclicas
dedicadas al Rosario.
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