Causa de nuestra alegría, ¡rogad por nosotros! |
Fuente muy preciosa para
nosotros es María, nuestra Madre, tan rica en bienes y gracias, dice San
Bernardo, que no hay hombre en el mundo que no participe de ellos. Dios llenó
de gracias a María Santísima, como la saludó el Ángel: “Dios te salve, llena de
gracia (Lc., 1, 28) Y San Pedro Crisólogo añade que estuvo llena de gracias no
para Ella sola, sino también para nosotros, a fin de que del abismo de aquellas
gracias participaran todos sus devotos.
¡Oh María, oh Virgen por
excelencia, siempre Pura, siempre Inmaculada! ¡Oh Madre de mi Dios! Vos estáis
elevada por encima de todos los santos, Vos sois el consuelo de los afligidos,
el refugio de los pecadores, la esperanza de los justos. Por Vos tenemos acceso
a Dios, ¡oh Reina y Soberana de los Ángeles! Acogedme entre los brazos de
vuestra misericordia; compadeceos de nosotros y de nuestras miserias. Nos hemos
entregado a Vos y consagrado a vuestro servicio; tenemos la dicha de llevar el
nombre de siervos vuestros. No permitáis que el enemigo de nuestra salvación
nos aparte jamás de Vos y de vuestro Divino Hijo para precipitarnos en los
abismos eternos. Nos refugiamos, Virgen Santa, bajo vuestra poderosa
protección; hacednos sentir sus saludables efectos; obtenednos, sobre todo, un
ardiente amor a Dios y la perseverancia en este santo amor.
San Efrén
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