Y esa lágrima parece decir; ¡oh Madre mía! Decid qué deseáis; todo lo mío es también vuestro ¿Esta concedido; Jesús ha sido ganado! ¡Ha sido tocado en su punto flaco! Ahora pide; lo obtendrás todo, absolutamente todo lo que sea conforme a la gloria de Dios y no perjudique a tu salvación. ¿No es consoladora y confortante esa certeza de ser oído y esa seguridad de poder decir; yo puedo alcanzarlo todo de mi Divino Salvador y Él no me puede negar nada? Pruébalo, y experimentarás que no es ficción piadosa sino dulce realidad. En las penas, en las tentaciones, ve a Jesús con esta simple expresión: "Jesús, aquí tenéis a vuestra Madre!

sábado, 16 de mayo de 2020

MES DE MAYO, MES DE MARÍA


María, Domus aurea, Casa de oro.- ¿Por qué es comparada a una casa? ¿Por qué es llamada de oro? El oro es el más hermoso de todos los metales, el que tiene más valor. La plata, el cobre y el acero pueden ser bellos y brillantes a los ojos, pero el oro les aventaja en riqueza y esplendor. Tenemos pocas ocasiones de ver el oro en cantidad considerable; pero quien haya visto reunido un gran número de piezas de orfebrería, conoce el aspecto magnífico del oro. Por esta causa, en la Escritura, la Cuidad Santa es llamada de oro, en lenguaje figurado. “La Ciudad Santa, dice San Juan, era de oro puro, como cristal transparente” Quiere, sin duda, darnos una idea de la admirable hermosura del cielo, comparándola con la más bella de todas las substancias que vemos en la tierra.

Por eso, también María se llama de oro, porque sus gracias, sus virtudes, su inocencia, su pureza, tienen un brillo tan transcendental y una perfección tan deslumbradora, y son, por otra parte, tan exquisitas y tan raras, que los Ángeles no pueden, por decirlo así, apartar de Ella sus miradas, como nosotros no podríamos tampoco dejar de contemplarla indefinidamente una admirable obra hecha de oro purísimo.

Pero observad, además, que es una casa de oro, o mejor dicho, un palacio de oro. Imaginemos que contemplamos una gran iglesia o un palacio entero, hechos únicamente de oro, desde los cimientos hasta el techo; tal es María, en cuanto al número, a la variedad y a la extensión de sus excelencias espirituales.

Mas, ¿por qué es llamada casa o palacio? ¿De quién es palacio? Es del Gran Rey, del mismo Dios, igual al Padre, habita en Ella. Fue su huésped, y más que su huésped, porque un huésped va a una casa y después se marcha de ella. Mas Nuestro Señor nació realmente en esta Santa Casa. Tomo en ella su carne y su sangre de la carne y de las venas de María. Era, pues, justo que esta casa fuese hecha de oro, porque había de dar parte de este oro para formar el Cuerpo del Hijo de Dios. Fue de oro en su Concepción y de oro en su nacimiento. Pasó por el fuego del sufrimiento como el oro por el crisol, y, cuando subió a los cielos, fue, como lo dice nuestro himno, “elevada sobre todos los Ángeles en una gloria infinita, y colocada junto al Rey, ataviada con vestiduras de oro”

John Henry, Cardenal, Newman



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