VIRTUD DEL SANTO ESCAPULARIO CONTRA LOS DEMONIOS, EXPERIMENTADO POR UN INDIO
Radix Iesse germinans
flosculum nos ad esse tecum in saeculum patiaris. Inter spinas quae crescis
lilium serva puras mentes fragilium tutelaris
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La experiencia que los devotos del Santo Escapulario tienen de su poderosa virtud contra los demonios está calificada y comprobada con muchos sucesos prodigiosos; el que sigue, narrado, por el P. Fr. Francisco de la Madre de Dios, es uno más entre los infinitos que podríamos aducir en confirmación de esta verdad.
En la villa de Salayas, en las Indias, existió un pobre labriego de tan depravadas costumbres, que le hicieron rendir vasallaje al demonio y que ya de por vida le fuese su esclavo. Valiéndose una vez de este dominio, le arrebataron de repente los demonios y llevándole por los aires le arrojaron en un mezquital, árbol muy espinoso, donde se hallaba muy atormentado e imposibilitado de salir de él por medios o fuerzas humanas, por ser grande su espesura y hacerle impenetrable las muchas espinas que tiene, tanto que nadie puede llegarse al centro de él.
Viéndose el pobre hombre en tan miserable estado, y que no podía valerse por sí mismo, comenzó a implorar el favor de la Santísima Virgen del Carmen en tan peligroso trance, ofreciendo imponerse su bendito Escapulario y llevarlo siempre durante toda su vida, haciéndose perpetuo esclavo de María Santísima y dejando la miserable y ominosa esclavitud de Lucifer que sus pecados le habían impuesto. En tal ocasión acertó a pasar por allí un pobre vaquero, el cual, oyendo las voces de socorro con que imploraba le ayudasen a salir de aquel suplicio horroroso, se detuvo y oyó de labios del desdichado lo que los demonios hicieran con él. Después de escucharle y compadecerle, le preguntó el cuitado si llevaba el Escapulario de la Virgen del Carmen, y habiéndole contestado afirmativamente, le rogó que se lo alargara, pues en él tenía puesta toda su esperanza de salvación en tan terrible trance y con su auxilio esperaba librarse de los ardides del astuto e infernal enemigo.
Entonces el vaquero, quitándose el suyo y poniéndole en la punta de una garrocha que llevaba, se lo dio de esta guisa, por no poder de otra manera hacerle llegar hasta él, por las espesuras de las espinas del mezquital. Recibió el labriego el Escapulario, lo besó reverentemente y se lo puso sobre el pecho con gran devoción y confianza, hallándose en el mismo instante milagrosamente en tierra, sin saber cómo ni por qué virtud se hallaba ileso.
Libre del peligro en que se hallaba metido, dio gracias al Señor y a su bendita Madre y se fueron juntos en dirección al convento de nuestros Padres, a fin de dar cuenta a los religiosos de tal maravilla y para que le pusieran el Escapulario de la Virgen.
Llegados a las puertas de la villa, le pidió el vaquero su Escapulario, por tener que ausentarse y hallarse ya muy próximos al convento. Apenas se hubo quitado el Escapulario y entregándolo al vaquero, cuando nuevamente fue el infeliz arrebatado del diablo, quien, llevándole por los aires, le dejó en el mismo sitio de antes; mas el vaquero, que ya conocía las astucias del diablo por el caso anterior, acudió muy presto al lugar y viéndole en el mismo peligro, acudió a igual diligencia de alargarle su Escapulario, con el que milagrosamente se halló de nuevo libre.
Volvieron de nuevo al convento, sin dejar nuestro hombre el Santo Escapulario hasta que tuvo impuesto el suyo, refiriendo el caso a los religiosos, los cuales dieron gracias a la Santísima Virgen y le admitieron en el seno de la religión, siendo el hombre, de allí en adelante, el más ferviente esclavo de María y el más ferviente propagandista en América de la devoción del Santo Escapulario.
Milagros y Prodigios del Santo Escapulario del Carmen
por el P. Fr. Juan Fernández Martín, O.C.
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