¡Viva siempre y muera Contigo,
redimido y santificado por la Sangre Preciosísima de nuestro Redentor!
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¡Oh Virgen Dolorosa!, por el
dolor con que acompañaste a tu Hijo a la sepultura y allí le dejaste sepultado,
concédeme que yo muera con los auxilios de la religión y sea sepultado entre
los fieles cristianos con Cristo, para que, en el día del juicio, merezca
resucitar con los verdaderos cristianos y ser llevado a la derecha de Cristo…
Salve Regína
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