Considerad y honrad al Corazón
sacratísimo de la Bienaventurada Virgen María como retrato vivo e imagen
perfecta del Corazón adorable del eterno Padre. Porque así como el divino Corazón
del Padre do Jesús es el primer origen de la encarnación y del nacimiento de su
Hijo en la tierra, así también el santísimo Corazón de la Madre de Jesús es el
segundo principio. En efecto, como fue el amor de ese Padre de las
misericordias el que lo llevó a enviar a su Hijo al mundo y a hacerlo nacer en
la tierra para la salvación de los hombres, así también el amor purísimo v
ardentísimo en que estaba abrasado para con Dios y para con nuestras almas, el Corazón
virginal de la Madre de gracia, fue el que atrajo al Hijo de Dios desde el seno
de su Padre; el que lo hizo descender a las benditas entrañas de la Virgen y el
que lo hizo nacer en este mundo para realizar la obra de nuestra salvación.
Luego, como Jesús es el fruto
primero del Corazón adorable de su Padre, también lo es del Corazón
amabilísimo de su Madre. Porque con el solo hecho, dice San Agustín, de
concebirlo en su Corazón antes que en sus entrañas, se hizo digna de concebirlo
en su seno; y lo concibió primero en su Corazón por la humildad, la pureza y
el amor.
Esta Madre admirable formó y
llevó a su Hijo Jesús más santamente, por más largo tiempo y más temprano en el
Corazón que en las entrañas; pues la santidad de las entrañas benditas tiene
su origen en la caridad del Corazón. Lo llevó en su seno sólo durante nueve
meses, lo ha llevado y lo llevará eternamente en su Corazón; tanto es así, que
el Salvador es más perfectamente en cierta manera el fruto de ese Corazón que
de ese seno.
¡Oh prodigio admirable! Este
Corazón sin par, es entre las meras criaturas, la obra más excelente de la
Omnipotente bondad de Jesús, y por un milagro incomprensible, este mismo Jesús
es la Obra maestra del Corazón de María. Este Corazón, por su humildad y por su
amor, saca a Jesús del seno adorable del Padre, en donde nace eternamente,
para hacerlo nacer en la plenitud de los tiempos en el seno virginal de su
Madre.
Por consiguiente, como el
Unigénito de Dios ha sido siempre y será eternamente el objeto único del amor y
de las complacencias del Padre, así el Unigénito de María ha sido siempre y
será siempre, el centro de todos los afectos del Corazón maternal.
¡Oh Corazón admirable entre
todos los corazones! Sois el primero que atrajisteis al Verbo eterno del seno
del Padre, al seno Virginal de la Madre, y también el primero que fuisteis
digno de recibirlo, cuando salió del seno del Padre y vino a este mundo a obrar
nuestra salvación.
¡Oh, cuánta obligación tenemos
de honraros y alabaros! Alabanzas eternas os sean tributadas por todas las
criaturas.
San Juan Eudes
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