Oh, Corazón de mi dulce Madre, pues yo no puedo reparar dignamente tantas injurias, ruego que lo hagan por mí los Santos y los Ángeles de la gloria, a los cuales me uno también con deseo de amaros y ensalzaros como ellos os aman y ensalzan.
Desagraviemos al Corazón de María.- Considera cómo aunque el
Corazón de María es digno de la veneración de todas las criaturas y del amor de
todos los corazones, no todos le veneran, no todos le aman.
El infierno, lleno de rabia y
furor contra la Mujer fuerte que quebrantó su poder y humilló su orgullo, no
cesa de suscitar entre los hombres enemigos a la Virgen para vengarse de ella del
modo que le es posible.
Y muchos hombres
¡desgraciados! Se prestan a esta obra de iniquidad, y niegan los privilegios y
prerrogativas de María, y, desprecian su culto, blasfeman su Nombre Benditísimo,
y profanan sus imágenes y de otros mil modos desahogan el odio y despecho que sienten
contra Ella. Ellos no lograrán, es cierto, disminuir un punto la gloria de
María, ni amenguar su amor en el corazón de los verdaderos fieles; más entre
tanto nuestra amabilísima Madre es ofendida, y su Corazón amantísimo es blanco
de continuas saetas que se clavan en Él, y lo atraviesan. Si este mes de agosto
es el momento de grandes demostraciones de amor al Corazón de María, es también
el tiempo de los grandes desagravios por las ofensas que recibe: todo ha de ir
dirigido a tan santo y noble fin.
Padre Ribera
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