Señora nuestra amabilísima, toda la Iglesia os llama y saluda “Esperanza nuestra”. Vos, por tanto, que sois la Esperanza de todos, sois también mi Esperanza. San Bernardo os llama toda la razón de su esperanza, y os decía: “En Ti espere el que desespera” También quiero yo decir así: “María Madre mía, en Vos, que salváis a los desesperados, pongo toda mi esperanza”
¡Oh Virgen por excelencia!, de
Vos se habla cuando se dice: ¿Quién es ésta que se levanta como la aurora,
hermosa como la luna, escogida como el sol? (Cant., 6, 9). Pues Vos habéis
venido al mundo como una aurora esplendorosa, precediendo con la luz de vuestra
santidad la venida del Sol de justicia. El día que aparecisteis en el mundo
bien puede decirse día de salvación y de gracias. Sois hermosa como la luna,
porque así como no hay astro más parecido al sol, de la misma manera no hay
criatura más parecida a Dios que Vos. La luna ilumina la noche con la luz que
recibe del sol y Vos ilumináis nuestras tinieblas con la luz de vuestras
virtudes. Pero Vos sois más bella que la luna, porque en Vos no hay ni manchas
ni sombras. Sois escogida como el sol, este divino Sol de justicia que creó
este que nos ilumina. Como su fulgor brilla por encima del de los otros astros
todos, del mismo modo el fulgor de vuestras virtudes brilla por encima de todas
las mujeres. Sed, pues, por siempre
alabada, bendita y celebrada. Así sea.
San Bernardo
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