"Os amo, Señora amabilísima, y por el amor que os tengo, prometo serviros siempre y hacer cuanto pueda para que también seáis amada de los demás" |
Virgen Santísima Inmaculada y
Madre mía María, a Vos que sois la Madre de mi Señor, la Reina del mundo, la
abogada, la esperanza, el refugio de los pecadores, acudo en este día yo, que
soy el más miserable de todos. Os venero, ¡oh gran Reina! y os doy gracias por
todos los favores que hasta ahora me habéis hecho, especialmente por haberme
librado del infierno, que tantas veces he merecido. Os amo, Señora amabilísima,
y por el amor que os tengo, prometo serviros siempre y hacer cuanto pueda para
que también seáis amada de los demás. Pongo en Vos toda mi esperanza, toda mi
salvación; admitidme por siervo vuestro, y acogedme bajo vuestro manto, ¡oh
Madre de Misericordia! Y ya que sois tan poderosa ante Dios, libradme de todas
las tentaciones o bien alcanzadme fuerzas para vencerlas hasta la muerte. Os
pido un verdadero amor a Jesucristo. Espero de Vos tener una buena muerte.
Madre mía, por el amor que tenéis a Dios os ruego que siempre me ayudéis, pero
más en el último instante de mi vida. No me dejéis hasta que me veáis salvo en
el cielo, para bendeciros y cantar vuestras misericordias por toda la
eternidad. Así lo espero. Así sea.
San Alfonso María de
Ligorio
A los fieles que rezaren
devotamente esta oración delante de una imagen de la Virgen, se les concede:
Indulgencia de tres años.
Indulgencia plenaria, en las
condiciones de costumbre, si se reza esta oración, durante un mes entero, todos
los días. (Pío IX, Rescr. Manu Propr., 7 sept. 1854; S. Pen. Ap., 18 mayo
1934.)
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