INDUCIDO
POR LUCIFER, CAE EN SUS REDES Y ES CUBIERTO DE LEPRA, SANANDO
MILAGROSAMENTE POR LA VIRTUD DEL SANTO
ESCAPULARIO
Mater et Decor Carmeli, ora pro nobis! |
"En el año 1604 un
religioso Carmelita descalzo, que yo bien conocí, de la provincia de nuestro P.
San Elías (habla Fray Alonso de la Madre de Dios, M. S. 6.851, pág. 104), fue
llevado a una tentación o seducido por el demonio, a causa de haber diferido o
retardado la profesión; hallándose con el ánimo amargado y viéndose en la oportunidad
de haber salido solo para ciertos negocios del convento: como se viese a solas
y sin testigos en el campo, cayó en la tentación de despojarse del Santo Hábito
y del Escapulario bendito de la Reina del Carmelo, para ponerse en traje de
seglar. Pero, ¡oh misterios de la gracia y la bondad de Nuestro Señor!, cuando
a él le parecía que nadie le veía, ni le podía ir a la mano, mirándole Dios con
ojos compasivos y amorosos, como a Saulo y a Franco de Sena, en el instante
mismo en que se despojaba del Santo Escapulario, cediendo a inspiraciones e
insidias de Lucifer, en aquel mismo instante le cubrió de lepra repugnante, a
fin de que, entrando dentro de sí mismo, comprendiese su yerro y se volviera
arrepentido a Dios y a su Santísima Madre, para impetrar su gracia y volver de
nuevo al redil de la Divina Pastora de las almas.
"Vuelto en sí, lloró
amargamente su culpa e hizo asperísima penitencia en la soledad de unas
abruptas y escarpadas montañas; la cual mostró haber sido aceptada a los ojos
del Señor, pues volviéndose a poner nuevamente el Escapulario le devolvió
íntegramente la salud, a fin de que al regresar de nuevo al convento en el
tiempo señalado, le encontrasen sano y apto para desempeñar todos los oficios
conventuales. No obstante, en la cara y en las manos se podían advertir las
señales que le dejara la lepra para recuerdo y escarmiento. Solamente su
confesor y el fueron conocedores de este prodigio de la misericordia del Señor;
sabiéndolo también por haber intervenido en la dirección de esta alma santa, el
P. Procurador General y el P. Alonso de la Madre de Dios, que nos lo dejara en
sus escritos y que fuera testigo de su vida fervorosa y santa."
por el P. Fr. Juan
Fernández Martín, O.C.
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