¡Reina
de la Paz, rogad por nosotros!, y dad al mundo la paz en la verdad, en la
justicia, en la caridad de Cristo (Nuestra Señora del Rosario, Patrona de la Villa de Burguillos, Sevilla) |
Reina del Santísimo Rosario, auxilio de los cristianos,
refugio del género humano, vencedora en todas las batallas de Dios, nos
postramos suplicantes ante vuestro Trono, seguros de alcanzar misericordia y de
recibir gracias y el oportuno auxilio en las presentes calamidades, no por
nuestros méritos, de los cuales no presumimos, sino únicamente por la inmensa
bondad de vuestro maternal Corazón. A Vos, a vuestro Corazón Inmaculado, en
esta hora grave de la historia humana, nos confiamos a nos consagramos, no sólo
son toda la Santa Iglesia, Cuerpo Místico de vuestro Jesús, que padece en
tantas partes y de tantas maneras es atribulada y perseguida, sino también con
todo el mundo desgarrado por las discordias, agitado por el odio, víctima de la
propia iniquidad. ¡Qué os conmuevan tantas ruinas materiales y morales, tantos
dolores, tantas angustias, tantas almas torturadas, tantas en peligros de
perderse eternamente! Vos, ¡oh Madre de Misericordia!, alcanzadnos de Dios la
reconciliación cristiana de los pueblos y obtened para nosotros aquellas
gracias que, en un instante, pueden convertir los corazones humanos, aquellas
gracias que preparan y aseguran esta suspirada pacificación.
¡Reina de la Paz, rogad por nosotros!, y dad al mundo la
paz en la verdad, en la justicia, en la caridad de Cristo. Dadle, sobre todo,
la paz de las almas, para que, en la tranquilidad del orden, se dilate el reino
de Dios. Conceded vuestra protección a los infieles y a cuantos yacen en las
sombras de la muerte; haced que surja para ellos el Sol de la verdad y que
puedan, juntamente con nosotros, repetir: “¡Gloria a Dios, en lo alto de los
cielos y paz, en la tierra, a los hombres de buena voluntad!” A los pueblos
separados por el error, particularmente a los que os profesan singular
devoción, dadles la paz y conducidlos de nuevo al único redil de Cristo, bajo
el único y verdadero Pastor. Alcanzad libertad completa a la Iglesia Santa de
Dios; defendedla contra sus enemigos; detened el diluvio invasor de la
inmoralidad; suscitad en los fieles el amor a la pureza, la práctica de la vida
cristiana y el celo apostólico, para que el pueblo de los que sirven a Dios
aumente en méritos y en número.
Finalmente, así como al Corazón de vuestro Jesús fueron
consagrados la Iglesia y todo el género humano, para que, poniendo en Él toda
la esperanza, fuese para ellos fuente inagotable de victoria y de salvación, asimismo
nosotros nos consagramos también a Vos, a vuestro Corazón Inmaculado, ¡oh Madre
nuestra del Rosario y Reina del mundo!, a fin de que vuestro amor y vuestro
patrocinio apresuren el triunfo del reinado de Dios, y todas las gentes,
pacificadas con Dios y entre sí, os proclamen bienaventurada, y entonces, con
Vos, entonen de un extremo a otro de la tierra, el eterno “Magnificat” de
gloria, de amor, de reconocimiento al Corazón de Jesús, el único en el cual
pueden encontrar la verdad, la vida y la paz.
Venerable Pío XII
Indulgencia de tres años.
Indulgencia plenaria, en las condiciones de costumbre, si
repite devotamente este acto de consagración, durante un mes entero, todos los
días (Pío XII, Rescr. Secret. Est., 17 nov. 1942, exhib. Doc., 19 nov. 1942)
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