CAMINO DEL INFIERNO
En un rincón de la
Misión una anciana se encuentra enferma de muerte. Bautizada
pero apóstata con escándalo de todo el pueblo, el misionero no se resigna a
perder esta alma y manda al catequista, pero ella se niega a oír hablar de
Dios. Cierto día el misionero se presenta en su casa con resolución: “Vengo a
recordarle que usted recibió un día el bautismo y que Dios la quiere perdonar”.
Con las manos encrespadas rechaza al misionero, gritándole: “¡Que no, que no!
Déjeme, no quiero salvarme”.
El misionero marcha con el alma destrozada. El catequista,
apenado, murmura: “Padre, esta desgraciada me parece que ya está empaquetada
para el infierno”. “No, eso no será así –contesta el misionero-. Volvamos otra
vez. Pero con un arma de la que nos olvidamos antes: recemos un Avemaría”.
Desandan el camino y entran en la casa. La anciana ha sufrido un nuevo ataque y
parece ya cadáver; no tiene fuerzas para rebelarse o es que Dios no se lo permite.
Comenzó la preparación de la moribunda. Había perdido la facultad de hablar,
pero con una señal de arrepentimiento pudo ser absuelta de sus pecados. La
invitó a recibir la
Extremaunción y un nuevo movimiento de cabeza es el acepto
complaciente de la enferma. Ella misma presenta con ansia las manos para la Unción.
El misionero quiere que la Virgen esté presente de un modo más explícito, y
decide imponer el Santo Escapulario. La anciana se muestra complacida, y la Virgen toma bajo su
custodia el alma que Ella misma ha salvado. Toda la vecindad, reunida en su
casa, se admira del cambio producido en brevísimos instantes.
Transcribo las palabras del misionero: “Yo me complazco en
pensar con las almas sencillas, que si esto es lo que llamamos milagro de la
gracia, en la Virgen
esto no es milagro, sino estilo ordinario que Ella usa, cuando se le invoca de
veras a favor de un alma. He sentido como si la Virgen me dijera: Pero
hijo, ¿por qué te extrañas?”
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.