A Jesús por la Inmaculada
"Faltó el vino, y la madre de Jesús le dice: No les queda vino... Luego dice a los sirviente: haced lo que Él os diga" (S. Jn 2, 3-5) |
Para llegar a Jesús, Luz Verdadera, Sol que disipó todas
las tinieblas de la historia, necesitamos luces cercanas a nosotros, personas
humanas que reflejen la Luz de Cristo e iluminen así el camino por recorrer. ¿Y
qué persona más luminosa que María? ¿Quién mejor que Ella, aurora que anunció
el día de la salvación, puede ser para nosotros estrella de esperanza?
Por eso la liturgia nos hace celebrar…, cerca de la
Navidad, la fiesta solemne de la Inmaculada Concepción de María: el misterio de
la gracia de Dios que envolvió desde el primer instante de su existencia a la
Criatura destinada a convertirse en la Madre del Redentor, preservándola del
pecado original. Al contemplarla, reconocemos la altura y la belleza del
proyecto de Dios para todo hombre: ser santos e inmaculados en el amor, a
imagen de nuestro Creador.
¡Qué gran don tener por Madre a María Inmaculada! Una
Madre resplandeciente de belleza, transparente de amor de Dios. Pienso en los
jóvenes de hoy, que han crecido en un ambiente saturado de mensajes que
proponen falsos modelos de felicidad. Esos muchachos y muchachas corren el
peligro de perder la esperanza, porque a menudo parecen huérfanos del verdadero
amor, que colma de significado y alegría la vida.
De las
palabras de SS Benedicto XVI en el rezo del Ángelus,
el día 8 de diciembre de
2007
Propuesta de una flor a la Virgen: Haz un
pequeño sacrificio ofreciéndolo para que entre los niños y jóvenes de tu pueblo
surjan vocaciones a la vida consagrada y el sacerdocio.
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