La “Llena
de Gracia”, figura de la Iglesia
“Pues de su plenitud todos hemos recibido gracia tras gracia” (S. Jn. 1, 16) |
La expresión “llena de Gracia”
indica la obra maravillosa del amor de Dios, que quiso devolver la vida y la
libertad, perdidas con el pecado, mediante su Hijo Unigénito Encarnado, muerto
y Resucitado. Por esto, desde el siglo II, tanto en Oriente como en Occidente,
la Iglesia invoca y celebra a la Virgen que, con su “sí”, acercó el cielo a la
tierra, convirtiéndose en “Madre de Dios y nodriza de nuestra vida”, como dice
San Romano el Melode en un antiguo cántico. En el siglo VII, San Sofronio de
Jerusalén elogia la grandeza de María porque en Ella el Espíritu Santo
estableció su morada, y dice: “Tú superas todos los dones que la magnificencia
de Dios ha derramado sobre cualquier persona humana. Más que todos, eres rica
por la posesión de Dios que ha puesto su morada en Ti”. Y San Beda el Venerable
explica: “María es bendita entre las mujeres, porque con el adorno de la
Virginidad ha gozado de la gracia de ser Madre de un Hijo que es Dios”.
También a nosotros se nos ha
otorgado la “plenitud de la gracia” que debemos hacer resplandecer en nuestra
vida, porque “el Padre de nuestro Señor Jesucristo –escribe San Pablo- nos ha
bendecido con toda clase de bendiciones espirituales, nos eligió antes de la
fundación del mundo para que fuésemos santos e intachable, y nos ha destinado
por medio de Jesucristo a ser sus hijos”. Esta filiación la recibimos por medio
de la Iglesia, en el día del Bautismo. Y, por último, entre los numerosísimos
cantores de la belleza espiritual de la Madre de Dios destaca San Bernardo de
Claraval, el cual afirma que la invocación “Dios te salve, María, llena de
gracia” es “grata a Dios, a los Ángeles y a los hombres. A los hombres gracias
a la maternidad, a los Ángeles gracias a la virginidad, a Dios gracias a la
humildad”.
De las palabras de SS Benedicto XVI en el rezo del Ángelus,
el día 8 de diciembre de 2011
Propuesta de una
flor a la Virgen: Ofrece un pequeño sacrificio para que los sacerdotes
permanezcan firmes en la fe y en la vida de gracia
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