La
Virgen María, Refugio de los pecadores
“En aquel momento tomó la palabra Jesús y dijo: Venid a
mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré” (S. Mt. 11, 25a.
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Cada día, la oración del
Ángelus nos ofrece la posibilidad de meditar unos instantes, en medio de
nuestras actividades, en el misterio de la Encarnación del Hijo de Dios. A
mediodía, cuando las primeras horas de día comienzan a hacer sentir el peso de
la fatiga, nuestra disponibilidad y generosidad se renuevan gracias a la
contemplación del “sí” limpio y sin reservas se enraíza en el misterio de la
libertad de María, libertad plena y total ante Dios, sin ninguna complicidad
con el pecado, gracias al privilegio de su Inmaculada Concepción.
Este privilegio concedido a
María, que la distingue de nuestra condición común, no la aleja, más bien al
contrario la acerca a nosotros. Mientras que el pecado divide, nos separa unos
de otros, la pureza de María la hace infinitamente cercana a nuestros
corazones, atenta a cada uno de nosotros y deseosa de nuestro verdadero bien.
Estáis viendo, cómo en todos los santuarios marianos, que multitudes inmensas
llegan a los pies de María para confiarle lo que cada uno tiene de más íntimo,
lo que lleva especialmente en su corazón. Lo que, por miramiento o por pudor,
muchos no se atreven a veces a confiar ni siquiera a los que tienen más cerca,
lo confían a Aquella que es toda Pura, a su Corazón Inmaculado: con sencillez,
sin fingimiento, con verdad. Ante María, precisamente por su pureza, el hombre
no vacila a mostrarse en su fragilidad, a plantear sus preguntas y sus dudas, a
formular sus esperanzas y sus deseos más secretos. El amor maternal de la
Virgen María desarma cualquier orgullo; hace al hombre capaz de verse tal como
es y le inspira el deseo de convertirse para dar gloria a Dios.
De las palabras de SS Benedicto XVI en el rezo del Ángelus,
el día 14 de septiembre de 2008
Propuesta de una
flor a la Virgen: Confía a la Virgen las situaciones dolorosas que puedan
estar viviendo personas que conoces y pide para que acreciente la sabiduría y
el celo pastoral en los sacerdotes
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