Pues este cuerpo de Cristo que Ella engendró y llevó en su seno...es el mismo Cuerpo que recibimos en el altar |
Aquí, mis queridos hermanos,
os pido que penséis cómo somos deudores de la Bienaventurada Madre de Dios, y
qué de acciones de gracia le debemos rendir, después de a Dios, por tan gran
beneficio. Pues este cuerpo de Cristo que Ella engendró y llevó en su seno, que
envolvió en pañales, que alimentó con su leche con una solicitud materna, es el mismo Cuerpo que
recibimos en el altar; es su Sangre la que bebemos en el Sacramento de nuestra
redención. Esto es lo que sostiene la Fe Católica, y lo que enseña la Santa
Iglesia. No, no hay palabras humanas que sean capaces de alabar dignamente a
Aquella de quien tomó su carne el Mediador entre Dios y los hombres. Cualquier
honor que le pudiésemos dar, está por debajo de sus méritos, ya que Ella nos ha
preparado en su casto seno la Carne Inmaculada que alimenta nuestras almas. Eva
comió un fruto que nos privó del eterno festín; María nos presenta otro que nos
abre la puerta del Banquete Celestial.
San Pedro Damiano
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