El
Consentimiento de María
“María contestó: He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra” (S. Lc. 1, 38) |
En el Antiguo Testamento, Dios
se reveló de modo parcial y gradual, como hacemos todos en nuestras relaciones
personales. Es necesitó tiempo para que el pueblo elegido profundizase en su
relación con Dios. La Alianza con Israel fue como un tiempo de hacer la corte,
un largo noviazgo. Luego llegó el momento definitivo, el momento del matrimonio,
la realización de una nueva y eterna alianza. En ese momento de la Anunciación,
María, ante el Señor, representaba a toda la humanidad. En el mensaje del
ángel, era Dios el que brindaba una propuesta de matrimonio con la humanidad. Y
en nombre nuestra, María dijo sí.
En los cuentos, los relatos
terminan en este momento: “y desde entonces vivieron felices y contentos”. En
la vida real no es tan fácil. Fueron muchas las dificultades que María tuvo que
superar al afrontar las consecuencias de aquel “sí” al Señor. Simeón profetizó
que una espada le traspasaría el Corazón. Cuando Jesús tenía doce años, Ella
experimentó las peores pesadillas que los padres pueden tener, cuando tuvo a su
Hijo perdido durante tres días. Y después de su actividad pública, sufrió la
agonía de presenciar su crucifixión y muerte. En las diversas pruebas Ella
permaneció fiel a su promesa, sostenida por el Espíritu de fortaleza. Y por
ello tuvo como recompensa la gloria.
También nosotros debemos
permanecer fieles al “sí” con que acogimos el ofrecimiento de amistad por parte
del Señor. Sabemos que Él nunca nos abandonará. Sabemos que Él nos sostendrá
siempre con los dones del Espíritu. María acogió la propuesta del Señor en
nombre nuestro. Dirijámonos, pues, a Ella y pidámosle que nos guíe en las
dificultades para permanecer fieles a esa relación vital que Dios estableció
con cada uno de nosotros. María es nuestro ejemplo y nuestra inspiración; Ella
intercede por nosotros ante su Hijo, y con amor materno nos protege de los
peligros.
De las palabras de SS Benedicto XVI en el rezo del Ángelus,
el día 20 de julio de 2008
Propuesta de una
flor a la Virgen: Reza un Misterio del Santo Rosario, para que todas las
familias sean verdaderas iglesias domésticas
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