Tú eres la criatura más excelsa del mundo, pues sobre Ti sólo está Dios |
¡Santa y Celestial Niña! Tú
que eres la elegida por Madre de mi Redentor y la Augusta Medianera de los
pobres pecadores, ¡ten piedad de mí! Mira postrado a tus pies a otro ingrato,
que a Ti recurre en demanda de piedad. Verdad es que por mis ingratitudes
contra Dios y contra Ti, merecía ser de Dios y de Ti desamparado; pero oigo
decir y así lo siento, sabiendo que es inmensa tu misericordia, que no te
niegas a ayudar al que a Ti se encomienda confiado.
Tú eres la criatura más
excelsa del mundo, pues sobre Ti sólo está Dios, y ante Ti, son pequeños los
más encumbrados de los cielos; María, la más Santa entre los santos, abismo de
gracias y llena de gracia, socorre a un miserable que la ha perdido por su
culpa. Yo sé que eres tan amada de Dios, que Él nada te puede negar. Y sé
también que disfrutas empleando toda tu grandeza en aliviar a miserables
pecadores. Hazme ver, Señora, el gran poder que tienes ante Dios consiguiéndome
una luz y una llama divina tan potente, que me transforme de pecador en santo,
y que, arrancándome de todo afecto terreno, me inflame del todo en el divino
amor. Señora, hazlo, por amor de ese Dios que te ha hecho tan grande, tan
poderosa y tan piadosa. Así lo espero, así sea.
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