El Rosario de los Siete Dolores
VIERNES
Acto de Contrición
V.- ¡Oh Dios ven en mi auxilio!
R.- Señor, apresúrate a socorrerme
Gloria al Padre…
Sexto Dolor de María Santísima
La lanzada que traspasó el Corazón de Jesús y su descendimiento de la
Cruz
¡Oh María!, En este día vas a ser herida con una nueva
espada de dolor al ver traspasar con una espada cruel el costado de tu mismo
Hijo ya muerto, y después tendrás que recogerlo entre tus brazos al ser bajado
de la Cruz. Esto es lo que vamos a considerar en el sexto Dolor que afligió el
Corazón de esta pobre Madre.
MEDITACIÓN
Basta decirle a una madre que ha muerto su hijo para
revivir en ella todo el amor hacia el hijo perdido. “Uno de los soldados le abrió el costado con una lanza, y al instante
salió sangre y agua” (Jn. 19, 34) Dice el devoto Lanspergio: “Compartió Cristo con su Madre el
sufrimiento de esta herida. De modo que él recibió el ultraje y María el dolor”
Fueron tantos y tales los sufrimientos de María, que no murió sólo por milagro
de Dios. En los demás dolores tenía al menos a su Hijo que la compadecía, pero
en éste no tenía al Hijo que la pudiera consolar. He aquí que ya bajan a Jesús
de la Cruz y la afligida Madre, extendiendo los brazos, va al encuentro de su
amado Hijo, lo abraza y después se sienta al pie de la Cruz. Su Hijo murió por
los hombres, pero ellos continúan persiguiéndole y crucificándole con sus
pecados. Tomemos la resolución de no atormentar más a esta Madre Dolorosa, y si
en lo pasado la hemos afligido con nuestros pecados, hagamos ahora lo que Ella
nos pide.
Padrenuestro… Siete Avemarías…
Versículo: ¡Oh María, Madre mía!, dadme de
vuestro dolor, para haceros compañía en la muerte de mi Dios.
Dios te salve, Reina…
OREMOS
¡Oh Dios!, en cuya Pasión, de acuerdo con la Profecía de
Simeón, una espada de dolor traspasó el Alma Dulcísima de María, Virgen y Madre
gloriosa; conceded a nosotros que conmemoramos y reverenciamos vuestros
dolores, sintamos el bendito efecto de Vuestra Pasión, Vos que vivís y reináis
por los siglos de los siglos. Amén.
Se concluye con tres Avemarías en honor de las lágrimas
derramadas por Nuestra Señora en sus Dolores.
Extractos de textos de “Las Glorias
de María” de San Alfonso Mª de Ligorio
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