En realidad, el “sí” de María es el reflejo perfecto del de Cristo mismo cuando entró en el mundo |
La Anunciación, narrada al inicio
del evangelio de San Lucas, es un acontecimiento humilde, oculto –nadie lo vio,
nadie lo conoció, salvo María- , pero al mismo tiempo decisivo para la historia
de la humanidad. Cuando la Virgen dijo su “sí” al anuncio del ángel, Jesús fue
concebido y con Él comenzó la nueva era de la historia, que se sellaría después
en la Pascua como “nueva y eterna alianza”.
En realidad, el “sí” de María es
el reflejo perfecto del de Cristo mismo cuando entró en el mundo, como escribe
la carta a los Hebreos interpretando el Salmo 39: “He aquí que vengo –pues de
mí está escrito en el rollo del libro- a hacer, oh Dios, tu voluntad” (Hb. 10,
7). La obediencia del Hijo se refleja en la obediencia de la Madre, y así,
gracias al encuentro de estos dos “sí”, Dios pudo asumir un rostro de hombre.
Por eso la Anunciación es también una fiesta Cristológica, porque celebra un
misterio central de Cristo: su Encarnación.
“He aquí la esclava del Señor;
hágase en mí según tu palabra”. La respuesta de María al ángel se prolonga en
el Iglesia, llamada a manifestar a Cristo en la historia, ofreciendo su
disponibilidad para que Dios pueda seguir visitando a la humanidad con su
misericordia. De este modo, el “sí” de Jesús y de María se renueva en el “sí”
de los santos, especialmente de los mártires.
De las palabras de
SS Benedicto XVI en el rezo del Ángelus,
el día 25 de marzo
de 2007
Propuesta de una
flor a la Virgen: Visita a un enfermo, y proponle la confesión sacramental
y la Sagrada Comunión, avisando al sacerdote lo antes posible, si aceptara.
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