El “sí” de María implica a la vez la maternidad y la virginidad, y desea que todo en ella sea para gloria de Dios, y que el Hijo que nacerá de ella sea totalmente don de gracia |
Por eso es tan importante
aquella única pregunta que María, “turbada grandemente”, dirige al ángel:
“¿Cómo será eso, pues no conozco varón?” (Lc. 1, 34). En su sencillez, María es
muy sabia: no duda del poder de Dios, pero quiere entender su voluntad, para
adecuarse completamente a esa voluntad. María es superada infinitamente por el
Misterio, y sin embargo ocupa perfectamente el lugar que le ha sido asignado en
su centro. Su Corazón su mente son plenamente humildes, y, precisamente por su
singular humildad, Dios espera el “sí” de esa joven para realizar su designio.
Respeta su dignidad y su libertad. El “sí” de María implica a la vez la
maternidad y la virginidad, y desea que todo en ella sea para gloria de Dios, y
que el Hijo que nacerá de ella sea totalmente don de gracia.
Queridos amigos, la virginidad
de María es única e irrepetible; pero su significado espiritual atañe a todo
cristiano. En definitiva, está vinculado a la fe: de hecho, quien confía
profundamente en el amor de Dios, acoge en sí a Jesús, su vida divina, por la
acción del Espíritu Santo.
De las palabras de
Benedicto XVI en el rezo del Ángelus,
el día 18 de
diciembre de 2011
Propuesta de una
flor a la Virgen: Visita al Señor en el Sagrario, y dale gracias por la
fidelidad y la perseverancia de tantos sacerdotes.
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