La pequeña y sencilla muchacha de Nazaret se ha convertido en la Reina del mundo. Esta es una de las maravillas que revelan el Corazón de Dios |
Contemplamos a la Madre de
Cristo Coronada por su Hijo, es decir, asociada a su Realeza Universal, tal
como la representan muchos mosaicos y cuadros. En particular, el icono de la
Virgen María Reina encuentra una confirmación significa en el Evangelio, donde
Jesús afirma: “Hay algunos que son los últimos y serán los primeros, y hay
otros que son los primeros y serán los últimos” (Lc. 13, 30). Se trata de una
típica expresión de Cristo, referida varias veces por los evangelistas, con
fórmulas parecidas, pues evidentemente refleja un tema muy arraigado en su
predicación profética. La Virgen es el ejemplo de esta verdad evangélica, es
decir, que Dios humilla a los soberbios y poderosos de este mundo y enaltece a
los humildes (cf. Lc. 1, 52).
La pequeña y sencilla muchacha
de Nazaret se ha convertido en la Reina del mundo. Esta es una de las
maravillas que revelan el Corazón de Dios. Naturalmente la realeza de María
depende totalmente de la de Cristo: Él es el Señor, a quien, después de la
humillación de la muerte en la Cruz, el Padre ha exaltado por encima
de toda criatura en los cielos, en la tierra y en los abismos (cf. Flp. 2,
9-11). Por un designio de la gracia, la Madre Inmaculada ha sido plenamente
asociada al misterio del Hijo: a su encarnación; a su vida terrena, primero
oculta en Nazaret y después manifestada en el ministerio mesiánico; a su Pasión
y Muerte; y por último a la gloria de la Resurrección y Ascensión al cielo. La
Madre compartió con el Hijo no sólo los aspectos humanos de este misterio, sino
también, por obra del Espíritu Santo en Ella, la intención profunda, la
voluntad Divina, de manera que toda su existencia, pobre y humilde, fue
elevada, transformada, glorificada, pasando a través de la “puerta estrecha”
que es Jesús mismo (cf. Lc. 13, 24). Sí, María es la primera que pasó por el
“camino” abierto por Cristo para entrar en el reino de Dios, un camino
accesible a los humildes, a quienes se fían de la Palabra de Dios y se
comprometen a ponerla en práctica.
De las palabras de
SS Benedicto XVI en el rezo del Ángelus
el día 22 de agosto
2010
Propuesta de una
flor a la Virgen: Reza el 5º Misterio glorioso: La Coronación de la Virgen
como Reina y Señora del Cielo y la Tierra, en reparación de los pecados de
todas las personas que se consagraron a Dios.
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