El misterio de la Inmaculada Concepción es fuente de luz interior, de esperanza y de consuelo |
“Llena de gracia”. Esta
expresión, que nos resulta tan familiar desde la infancia, pues la pronunciamos
cada vez que rezamos el Avemaría, nos explica el misterio de la Inmaculada
Concepción de María. De hecho, María, desde el momento en que fue concebida por
sus padres, fue objeto de una singular predilección por parte de Dios, quien en
su designio eterno la escogió para ser Madre de su Hijo hecho Hombre y, por
consiguiente, preservada del pecado original. Por eso, el ángel se dirige a
ella con este nombre, que implícitamente significa: “colmada desde siempre del
amor de Dios”, de su gracia.
El misterio de la Inmaculada
Concepción es fuente de luz interior, de esperanza y de consuelo. En medio de
las pruebas de la vida, y especialmente de las contradicciones que experimenta
el hombre en su interior y a su alrededor, María, Madre de Cristo, nos dice que
la Gracia es más grande que el pecado, que la misericordia de Dios es más
poderosa que el mal y sabe transformarlo en bien. Por desgracia, cada día
nosotros experimentamos el mal, que se manifiesta de muchas maneras en las
relaciones y en los acontecimientos, pero que tiene su raíz en el corazón del
hombre, un corazón herido, enfermo e incapaz de curarse por sí solo. La Sagrada
Escritura nos revela que en el origen de todo mal se encuentra la desobediencia
a la Voluntad de Dios, y que la muerte ha dominado porque la libertad humana ha
cedido a la tentación del Maligno. Pero Dios no desfallece en su designio de
amor y de vida: a través de un largo y paciente camino de reconciliación ha
preparado la alianza nueva y eterna, sellada con la Sangre de su Hijo, que para
ofrecerse a sí mismo en expiación “nació de mujer” (cf. Ga 4, 4). Esta mujer,
la Virgen María, se benefició anticipadamente de la muerte redentora de su Hijo
y desde la concepción fue preservada del contagio de la culpa. Por eso, con su
Corazón Inmaculado, nos dice: “Confiad en Jesús, Él os salvará”
De las palabras de
SS Benedicto XVI en el rezo del Ángelus,
el 8 de diciembre de
2010
Propuesta de una flor a la Virgen: Pon en un lugar recogido de tu
casa un sencillo altar a la Virgen y cuídalo durante el mes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.