¡Oh Madre mía!, al pie de la Cruz de tu Hijo, viva
siempre y muera contigo, redimido y santificado por la Sangre Preciosísima de Nuestro
Redentor
Mater Dolorosa, Murillo
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¡Oh Virgen Dolorosa!, por el dolor que tuviste cuando el
soberbio y ambicioso Herodes quiso dar muerte a tu Hijo, que venía a darnos
vida, líbrame de toda ambición y soberbia y haz que, en vez de arrojar de mi
lado a tu Hijo, le llame a mí, y, pospuestos todos mis intereses, le haga
reinar sobre mí, siendo yo su vasallo fiel y obediente, para reinar con Él en
la gloria.
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