VIERNES
¡Oh Madre mía!, me siento además, demasiado obligado a vuestro Hijo; veo que merece un amor infinito |
¡Oh María! Vos sois la más noble,
la más sublime, la más pura, la más bella, y la más santa de todas las
criaturas. ¡Oh, si todos os conociesen, Señora mía, y amasen como merecéis!
Empero, me consuela el que tantas almas santas en el cielo y justas en la
tierra, vivan enamoradas de vuestra bondad y belleza. Y me alegra, sobre todo,
el que Dios os ame más que a todos los hombres y a todos los Ángeles juntos.
Reina amabilísima, también yo, miserable, pecador, os amo; pero os amo
demasiado poco; quiero para Vos un amor más grande y más tierno, y Vos me lo
habéis de alcanzar, ya que el amaros es una gran señal de predestinación y una
gracia que Dios concede a los que se salvan. ¡Oh Madre mía!, me siento además,
demasiado obligado a vuestro Hijo; veo que merece un amor infinito. Vos, que no
deseáis otra cosa que verle amado, me habéis de alcanzar la gracia de un grande
amor a Jesucristo. Vos, que conseguís de Dios todo cuanto queréis, alcanzadme
esta gracia de permanecer de tal manera ligado a la Divina Voluntad, que jamás
me aparte de ella. No busco bienes de la tierra, ni honores, ni riquezas; busco
lo que más desea vuestro corazón, amar solamente a Dios. ¿Es posible que no
queráis ayudarme en este deseo, que tanto os agrada? No, pues me ayudáis ya y
rogáis por mí. Rogad, ¡oh María!, y no dejéis de hacerlo hasta que me veáis en
el cielo, donde estaré seguro de poseer y amar para siempre a mi Dios
juntamente con Vos, Madre mía amantísima. Así sea.
Tres Avemarías en reparación
de las blasfemias contra la Santísima Virgen María.
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