UN «EXTRAVIADO» QUE VOLVIÓ A DIOS
Un misionero, Párroco de Cuzco (Perú), escribe:
En mi extensa Parroquia, y con la colaboración de un
grupo de Catequistas, estoy haciendo campaña de difusión del rezo de las tres
Avemarías. Y el éxito es grande porque Dios hace derroche de sus gracias
mediante su Madre Santísima...
«En junio de 1969 pasé por una "hacienda" muy
alejada de los caseríos y aldeas. El dueño de la finca ya era de edad avanzada;
había sido seminarista, y luego, sin contraer matrimonio canónico, se unió a
una mujer con la que tuvo varios hijos. Aproveché mi visita para dejarle una
estampa sobre la devoción de las tres Avemarías, recomendándole que no dejara
de rezarlas todos los días, y siempre que sintiese preocupación por cualquier
problema.
»A finales del mes de octubre vinieron a buscarme de
parte del dueño de aquella. "hacienda' para pedirme con insistencia que,
no obstante la distancia, fuera a aquella casa, porque dicho señor estaba muy
grave y deseaba recibir los últimos Sacramentos.
»Allí fui acompañado de dos Catequistas, y al vernos el
enfermo, llorando amargamente y con voces entrecortadas, pidió confesar.
»A continuación declaró que había rezado las tres
Avemarías desde que se las había aconsejado y que a poco de rezarlas se sintió
movido a "regularizar su vida" y volver a la gracia de Dios.
»Tanto le ayudaba la Santísima Virgen a su cambio
espiritual, que hasta empezó a rezar el Santo Rosario durante su
enfermedad.
»Como apremiaba su gravísimo estado, sin pérdida de
tiempo contrajo matrimonio, recibió la comunión juntamente con su esposa y los
hijos legitimados, y le administré la Extremaunción.
»Media hora, exactamente, después de esto, descansó en la
paz del Señor.»
La Madre de Dios había acreditado una vez más su especial
patrocinio respecto de quienes la invocan con las tres Avemarías.
P. Braulio Ascarza Sotelo, 7 noviembre de 1969, Perú
«Los asombrosos frutos de una sencilla devoción»
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