“María es dichosa también porque escuchó la palabra de
Dios y la cumplió; llevó en su seno el cuerpo de Cristo, pero más aún guardó en
su mente la verdad de Cristo”
San
Agustín de Hipona
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Ampárame, Virgen María… Sé mi luz en las tinieblas que me
rodean. Guíame en este camino en que ando solo, guiado solamente por mi deseo
de amar entrañablemente a tu Hijo.
No me dejes, Madre mía. Ya sé que nada soy y que nada
valgo. Miseria y pecados…, eso es lo único, y lo mejor, que puedo alegar para
que tú atiendas mi oración.
Señora, vine a la Trapa, dejando a los hombres, y con los
hombres me encuentro. Ayúdame a seguir los consejos de la Imitación de Cristo,
que me dice no busque nada en las criaturas y me refugie en el Corazón de
Cristo.
Nada quiero que no sea Dios…, fuera de Él todo es
vanidad
Hermano
San Rafael Arnáiz
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