Confiados en vuestra misericordia maternal y agradecidos
a las bondades de vuestro Amantísimo Corazón, venimos a vuestras plantas para
rendiros el tributo de nuestra veneración y amor
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¡Oh Santísima Virgen María, Reina de la Iglesia!, que
exhortaste a los pastorcitos de Fátima a rogar por el Papa, e infundiste en sus
almas sencillas una gran veneración y amor hacia él, como Vicario de vuestro
Hijo y su representante en la tierra. Infunde también a nosotros el espíritu de
veneración y docilidad hacia la autoridad del Romano Pontífice, de adhesión
inquebrantable a sus enseñanzas, y en él y con él un gran amor y respeto a
todos los ministros de la Santa Iglesia, por medio de los cuales participamos
la vida de la gracia en los sacramentos.
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