Vos nos habéis reconciliado con nuestro Dios |
¡Oh Inmaculada y Purísima Virgen María, Madre de Dios,
Reina del universo, Bondadísima Señora nuestra! Vos sois superior a todos los
Santos, la esperanza de los escogidos y la alegría del Paraíso.
Vos nos habéis reconciliado con nuestro Dios; Vos sois la única Abogada de los
pecadores, el Puerto seguro de los que naufragan, el Consuelo del mundo, la
Redentora de los cautivos, el Regocijo de los enfermos, el Recreo de los
afligidos, el Refugio y la Salvación del universo.
¡Oh Excelsa Princesa, Madre de Dios, cubridnos con las alas de vuestra
misericordia, tened piedad de nosotros!
No tenemos más esperanza que en Vos, ¡oh Virgen Purísima!; nos hemos entregado
a Vos, y consagrados a vuestro obsequio, llevamos el nombre de vuestros
siervos; no permitáis, pues, que el demonio nos lleve consigo al infierno.
¡Oh Virgen Inmaculada!, ponednos bajo vuestra protección: por esto acudimos
sólo a Vos, y os suplicamos que impidáis que vuestro Hijo, irritado por
nuestros pecados, nos abandone al poder del demonio.
¡Oh María, llena de gracia!, alumbrad mi entendimiento,
moved mi lengua para cantar vuestras alabanzas y principalmente la Salutación
angélica tan digna de Vos.
Yo os saludo, ¡oh Paz!, ¡oh Alegría!, ¡oh Salud y consolación de todo el
mundo! Yo os saludo, ¡oh el mayor de los milagros que
jamás se haya obrado en el mundo!; paraíso de delicias, puerto seguro del que
se encuentra en peligro, fuente de la gracia, medianera entre Dios y los
hombres.
¡Oh Madre de Jesús, amor de Dios y de todos los hombres!,
a Vos sea dado honor y bendición, con el Padre, y el Hijo, y el Espíritu Santo.
Amén.
San
Efrén
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