“Tenemos que conocerla no sólo en su papel de obtener
favores; ésta es la menor de sus funciones. Tenemos que conocerla como Madre de
la Divina Gracia, Madre de nuestras almas, Mediadora de todas las gracias”.
“No es que meramente concede gracias, sino que obra por
nuestro medio. En otras palabras: Es nuestra Madre que derrama en nosotros su
vida, aquella vida que es su Hijo. Y entonces, no sólo nos llena, sino que, a
través de nosotros, actúa. A través de los que se le entregan ejercita su
función maternal con todos los hombres”.
“Sin María no se da a Jesús; sin María no hay gracia, ni
siquiera la más pequeña. ¿Y qué decir de las grandes gracias, de las
extraordinarias gracias de conversión? Si no la llevamos a nuestra vida,
andamos dando golpes de ciego en el aire. Podemos realizar esfuerzos
prodigiosos, pero al fin, habremos quedado con las manos prácticamente vacías”.
“El rechazar a María tiene consecuencias más serias que
la pérdida de una madre terrenal. Frustrada su obra materna, todo va por mal
camino. La Iglesia dice que Ella resuelve toda crisis dogmática: Destruye todas
las herejías. De la misma manera cura todas las demás enfermedades. Parece que
todo se pone en orden cuando se piensa en Ella. Su presencia se nota en todos
los momentos importantes. Ahora, como siempre, Ella inaugura el Reino de la
Gracia. Allí donde Ella llega, nace el Señor. Y como Ella le trae, Ella le
lleva. Habla Ella y el poder del Hijo se manifiesta. Por su medio la gente cree
en Él, y se hacen sus discípulos”.
“Porque María es cardinal, es decir: así fue presentada
desde el primer momento del plan divino de la Redención. Constituyó una parte
de las profecías sobre el Mesías, y en su momento, fue parte de su misión
terrenal, como es ahora parte de su reinado celestial. Es totalmente inferior a
Él, pero ha sido levantada hasta su mismo destino de una manera especial, de
manera que siempre a Ella le corresponde dar su Hijo, iniciar sus pasos, e
indicarle lo que es necesario. Este es el programa de la Providencia: que
nosotros nos acomodemos a él.
Procuremos que María sea mejor conocida. La Iglesia
coloca estas palabras en los labios de la Santísima Virgen: “Los que me
explican vivirán por toda la eternidad”.
Frank Duff, fundador de la Legión de María
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