Te consagro, pues, ¡oh Reina!, mi mente a fin de que
piense siempre en el amor que mereces, mi lengua para que te alave, mi amor
para que te ame. Acepta, ¡oh Virgen Santísima!, la ofrenda que te presenta este
mísero pecador; acepta, te lo suplico, por aquel consuelo que sintió tu corazón
en el Templo cuando te entregaste a Dios. Y si tarde me pongo a tu servicio, es
conveniente que resarza el tiempo perdido redoblando los obsequios y el amor.
¡Oh Madre de misericordia! Ayuda a mi debilidad con tu poderosa intercesión e
impétrame de tu Jesús la perseverancia y la fuerza para serte siempre fiel
hasta la muerte; y haz que, sirviéndote siempre en esta vida, pueda llegar a alabarte
eternamente en el cielo
San Alfonso María de
Ligorio
Pidamos a María, presentada en el Templo, que tome en sus
manos maternales nuestra pobre ofrenda, que la remoce y complete con la suya,
tan pura y perfecta, que la incluya y esconda en la suya, tan grande y
generosa, a fin de que así purificada y renovada pueda ser agradable a Dios.
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