Sentimos que se nos parte el corazón al oír las horribles injurias y blasfemias contra Vos, ¡oh Virgen Dolorosa! |
Gloriosísima Virgen María, Madre de Dios y Madre nuestra,
dirigid vuestra piadosa mirada a nosotros, pobres pecadores, que afligidos por
tantos males como nos rodean en esta vida, sentimos que se nos parte el corazón
al oír las horribles injurias y blasfemias contra Vos, ¡oh Virgen Inmaculada!
¡Oh, cómo ofenden estas voces impías la infinita majestad de Dios y de su
unigénito Hijo Jesucristo! ¡Cómo provocan su indignación y de qué manera hacen
temer los terribles afectos de su venganza! Si el sacrificio de nuestra vida sirviese
para impedir tales ultrajes y blasfemias, gustosamente lo haríamos, porque ¡oh
Madre nuestra Santísima! deseamos amaros y honraros de todo corazón, ya que es
ésta la voluntad de Dios. Y por lo mismo que os amamos, haremos cuanto esté de
nuestra parte para que seáis de todos amada y honrada. Entretanto, Vos, ¡oh
piadosa Madre nuestra! Soberana consoladora de los afligidos, aceptad este acto
de reparación, que os ofrecemos en nombre propio, en el de todas nuestras
familias y aun por aquellos que, sin saber lo que dicen, impetrando de Dios su
conversión, aparezca más manifiesta vuestra piedad, vuestro poder y vuestra
gran misericordia, y también ellos se unan a nosotros para proclamaros bendita
entre todas las mujeres, Virgen Inmaculada, piadosísima Madre de Dios.
Tres Avemarías
Indulgencia de cinco años. (S.C. de Indulg., 21 mar.
1885; S. Pen. Ap., 6 abr. 1935 y 10 jun. 1949)
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