“Las Tres Divinas Personas
tomaron tres gotas de la sangre del Purísimo Corazón de María; de esta sangre
formaron un cuerpo, criaron un alma racional y la unieron a aquel cuerpo, y al
cuerpo y al alma así unidos, se unió la Segunda Persona de la Santísima
Trinidad; y he aquí lo que fue encarnarse o hacerse hombre el Hijo de Dios”
“El Corazón de María es el
altar de la gracia. En la ley antigua había dos altares, uno de oro y otro de
bronce (en la ley nueva existen también dos altares): El Corazón de María y la Cruz; el sacrificio matutino y el vespertino: María y Jesucristo... Con Jesús
era Cor unum et anima una. Lo mismo que en el Calvario, también en la misa...
Sobre este altar del Corazón de María, jamás faltó el fuego del amor”
“Nadie se puede salvar sin el
auxilio de la gracia que viene de Jesús, como cabeza que es de la Iglesia o
cuerpo, y María es como el cuello que junta, por decirlo así, el cuerpo con la
cabeza; y así como el influjo de la cabeza al cuerpo ha de pasar por el cuello,
así, pues, las gracias de Jesús pasan por María y se comunican al cuerpo o a
los devotos, que son sus miembros vivos: In Christo fuit plenitudo gratiae
sicut in capite fluente; in María sicut in collo transfundente”
“María es, pues, el corazón de
la Iglesia. He aquí por qué brotan de él todas las obras de caridad. Sabido es
que el corazón tiene dos movimientos, que llaman los facultativos sístole y
diástole. Con el primero se encoge y absorbe la sangre; con el segundo se
dilata y la derrama por las arterias. Así también María está continuamente
ejercitando esos dos movimientos: absorbiendo la gracia de su querido Hijo y
derramándola en los pecadores”
San Antonio María Claret,
Apóstol
del Corazón de María
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