PRELUDIOS DE PASIÓN. LA DESPEDIDA
¡Cómo temblaría de emoción la mano de María al levantarla para bendecir a su Hijo si sabía que con ella le daba licencia para entregarse a los tormentos y a la muerte misma! |
La bendición. –Y
entonces, Jesús pide humildemente de rodillas a su Madre su bendición para ir a
padecer. Considera las circunstancias que hacen más penosa la despedida de dos
corazones y verás que nunca ha habido semejante a esta. El amor y la unión de
corazones era en Jesús y María algo tan extraordinario como no se puede pensar
más, pues ¿cómo se arrancarían y despegarían el uno del otro en esta amargura
despedida?
Por otra parte, la separación erra para ir a sufrir y a
parecer. Y el colmo de su sacrificio fue no solo el aceptar resignada este
dolor y quebranto, sino consentir en Él y admitirlo con alegría y satisfacción.
Y por eso Jesús pide que muestre su beneplácito dándole su bendición. ¡Cómo
temblaría de emoción la mano de María al levantarla para bendecir a su Hijo si
sabía que con ella le daba licencia para entregarse a los tormentos y a la
muerte misma!
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