Mis ojos y mi alma se vuelven hoy hacia Vos, Virgen del
Carmen: Vos que habéis sido la inspiradora de una gran corriente de profetas,
desde Elías hasta el carisma profético de la Santa Iglesia en el Nuevo
Testamento; Vos que enseñasteis incluso antes de existir, y fuisteis el modelo
de los que creyeron en el Salvador prometido en las Escrituras; Vos que
representasteis el apogeo de la esperanza de esos hombres de Dios, porque
fuisteis la nube de la cual llovió el Redentor; Vos sois hoy el Arca de la
Alianza de la que ha de venir la victoria para el mundo, como lo anunciasteis
en Fátima:
“Por fin, mi Inmaculado Corazón triunfará”
Inundad mi alma, ¡oh Madre!, de la certeza de ese triunfo y
de la valentía de permanecer en pie en la derrota, en la adversidad, esperando
el día de vuestra gloria. Así sea.
Plinio Corrêa de
Oliveira
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