LA MADRE
DE DIOS ES MI MADRE. CONFIANZA EN MARÍA
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Mira a Jesús que te dice: Quiero que mi Madre sea tu Madre.
Mostrad, ¡oh María!, que sois mi Madre
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La Madre
de Dios es mi Madre. ¡Madre mía de mi alma, Madre de mi corazón!... Jesús al
morir me ha dado a María por Madre, y su última voluntad otorgada en testamento
tan solemne es irrevocable. Él me dijo: “He ahí a tu Madre” y desde aquella
hora la acepté por mía. ¡Bendito Jesús, bendita Madre, feliz hija! ¡La Madre de Dios es mi Madre,
Madre mía de mi alma, Madre mía de mi corazón! ¿Qué entendimiento humano ni
angélico podrá comprender tanta dicha? ¿Qué corazón podrá saborear la dulzura
que encierran estas palabras misteriosas, palabras del alma, palabras del
corazón?... ¡La Madre
de Dios es mi Madre!... Luego soy hija de María, hermana de Jesucristo, hija de
Dios… ¿Puedo apetecer mayor dicha, mayor honra, más encumbrada dignidad?...
Feliz mil veces si sé aprovecharme de ella, y llevar con honra, por mi conducta
cristiana, títulos tan divinos… ¡Oh María! Mostrad que sois mi Madre en mis
tentaciones y peligros, que yo quiero mostrarme hija vuestra por mi modestia,
pureza, caridad y humildad.
La Madre
de Dios es mi Madre… ¡Qué motivos de confianza! Como niña tierna, cuando algo
me falte para mi felicidad temporal o eterna, iré a mi Madre, la Virgen María, y diré: Mostrad
que sois mi Madre; me falta pan, trabajo y virtudes… dádmelo… No tengo vino de
caridad, y Vos, como en las bodas de Caná, me habéis de socorrer, que ya estáis
acostumbrada a socorrer necesidades, porque también fuisteis pobre y necesitada
como yo… ¡Qué gozo y fortaleza dará a mi alma en la tentación el recordar que la Madre de Jesús es mi
Madre!... ¡Qué consuelo y dulcedumbre derramará en mi corazón al verme afligida
al exclamar: La Madre
de Dios es mi Madre!... ¡Qué confianza renacerá en mi pecho en las dudas al
invocar a la Madre
de Dios por mi Madre!
Verdaderamente soy feliz, porque tengo una Madre que no me
puede faltar, porque tengo una Madre la más buena, la más Santa, la más amante
y amada de Dios… que puede socorrerme en todas mis necesidades, porque es
todopoderosa; que sabe y quiere socorrerme, porque es buena, porque es Madre de
Dios y es mi Madre… ¡Feliz de mí! En mis alegrías y pesares, en mis dudas y
resoluciones, en las caídas y en las tentaciones, en la vida y en la muerte
podré siempre exclamar con la confianza de ser oída: ¡Madre, Madre, Madre mía
de mi alma, Madre mía de mi corazón, soy vuestra hija, socorrerme, salvadme!…
¡Oh María, Madre de Dios y Madre mía! Vos sois la vida y la esperanza mía… Con
esta confianza ¡Oh María, Madre de Dios y Madre mía! Viviré en paz y moriré gozosa
hasta daros un eterno y cariñoso abrazo en el cielo, al ver que por vuestra
intercesión soy salva, repitiendo con todos lo Bienaventurados: Verdaderamente la Madre de Dios ha sido, es y
será siempre mi Madre, Madre mía de mi alma, Madre de mi corazón… Fiat, fiat,
fiat .
Fruto.- En las tentaciones y al dar la hora rezaré un
Avemaría y la jaculatoria “Bendita sea tu Pureza”, diciendo: “Oh María, Madre
mía, guardadme como a la niña de vuestros ojos, y bajo la sombra de vuestro
manto protegedme”
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